"Estaba plácidamente un día Dana..."
¡Qué les cuento! Si están leyendo esto es porque seguramente he sobrevivido a la primer semana de clases del niño chiquito que vive en mi casa y que berrea porque un día no quiere ir a la escuela y el otro tampoco.
¡Qué les cuento! Si están leyendo esto es porque seguramente he sobrevivido a la primer semana de clases del niño chiquito que vive en mi casa y que berrea porque un día no quiere ir a la escuela y el otro tampoco.
Esta cuestión –la de “no quiero ir...”- me resulta ya sospechosa, puesto que semanas antes me acompañó a todo el relajo de inscripción, recorrido, pláticas magistrales de mamitas con hijitos en equis escuela, compra de uniforme, útiles y cuanta chuchería escolar necesitó.
Y todo lo hizo con mucha emoción y alegría.
Es más, nos aventamos la puntada de largarnos a cosechar elotes un día antes y con todo y que se divirtió en la milpa elotera, aún así quiso regresar a casa para preparar su mochila e ir a clases al día siguiente.
Así que ahora no me explico el por qué de su negativa para entrar al recinto del saber.
Tengo varias teorías, pero como siempre, me decantaré por aquella en la que mi hijo no tiene implicación directa y es una blanca paloma. Como cualquier madrecita mexicana, como por qué habría yo de ser la excepción, ¿verdad?
Pero eso no es todo, también es que he sobrevivido (hemos, querida, hemos...) a un aniversario más de estar amarrada a una Marmota.
Así es. Hoy cumplimos otro añejo más de casados -es decir mañana, pero MÚLTIPLESCOMPROMISOS nos obligan a medio festejar hoy- y con un desayuno imposible (gracias ensalada de lechuga con fresas y nueces) y una rápida visita a la peluquería es con lo que hemos festejado este año salvaje en lo que nos ha sucedido de todo.
Pero de veras, de todo.
Y bueno palabras más, palabras menos, seguimos sumando millas de viajero frecuente en el viaje de la vida en pareja, no importando si pasa más tiempo con sus diseñadores que conmigo. ¡No, no, no es reclamo! ¡Cómo creen! Yo soy incapaz de una reacción pasivo-agresiva hacia la falta de timming que hemos padecido reciéntemente. Estoy conciente que el ser de planetas diferentes le ha agregado un extra a la relación y que sin esos GRANDES espacios que me deja para estar sola, LA GATERÍA no existiría.
Pues sí, así las cosas.
Pero no les platico la película, mejor vayan a verla.
JA!