Pertenezco a una selecta comunidad donde cada persona nos sentimos únicos, originales e irrepetibles.
A quien le cuento de esta comunidad no parece hallarle mucho sentido y no se explican la emoción que me da platicarles de los progresos de cierto @, los triunfos, tristezas, pero sobre todo, de los memes, frases, ocurrencias, posturas políticas, musicales, etc. de varios de nosotros. Y sí, parece que nos conocemos en persona y en realidad estamos conectados solo en el nodo y todos estamos físicamente en polos opuestos... ¡ciertamente en polos opuestos!
¿Qué nos hace estar juntos? Probablemente lo difícil que es encontrar la validación o la contención que se supone nos deberían dar los seres con los que convivimos del diario y en vivo. Personalmente me he llenado de mucho de lo que mi comunidad me ha dado desinteresadamente (sobre todo, fantas... chiste local, no lo entenderían) y en éstas semanas del terror no ha habido día en el que alguien me comparta una intención de abrazo, de un beso cariñoso, otros no tanto, palabras de ánimo, palabras de consuelo y amistad, confianza y mucha empatía. No me alcanza la vida digital para agradecerles a todos lo que me han dado y lo que he aprendido de todos y cada uno de los arrobas con los que convivo diariamente.
Gracias por ser abiertos, por dejarme estar junto a ustedes en sus vidas, en sus cuitas, en sus decisiones... gracias por cada cosa bonita que han compartido y por todo lo que les he aprendido y reído.
Si algún día me vuelve a ahogar la tristeza como lo hizo hace casi un mes, se que no moriré sola y comida por gatos virtuales. Sabré que encontré mi familia, mi casa, mi banda y sabré que es de ida y vuelta.
Gracias, Tuíter y Tuiteros. Me salvaron la vida.