Hablar.
Escribir.
De ambas, prefiero la segunda.
No es cosa rara que la primera vez que acudí a terapia, le dije a Isa que mejor le mandaba por escrito mi historia, después de haberme pasado los primeros 20 minutos en un catatónico silencio.
Siempre he sentido que me explico mucho mejor por escrito puesto que así no se notan mis torpes balbuceos, o no me suelto a llorar sin poder expresar mis sentimientos. Pero papá Freud dice que no, que el habla "...pone el material del yo en una conexión firme con los residuos de las percepciones visuales, pero más particularmente auditivas.". Ok, te concedo eso, flaco.
Pero, ¿entonces qué va a pasar con mis sentimientos introvertidos que no pueden ser expresados por culpa de mi timidez galopante?
Es cierto, queridos menos cinco lectores de siempre (¿todavía siguen aquí?), saben que soy tímida como la tímida violeta (algún día daré el contexto de mi frase, lo prometo) y que si me ponen el micrófono en la mano, lo más seguro es que lo deje caer y no precisamente en señal de rebeldía (ñam, Obama!)
Así que seguiré callando y viviendo con mi voz en off; escribiendo de esto y aquello y simplemente dejando que el mundo ruede.
(No puede ser, ni siquiera pude terminar decentemente esta entrada, ¿qué diablos...?).
5 comentarios:
Tus palabras son fabulosas jamás dejes de escribir..
Tus palabras son fabulosas jamás dejes de escribir...
Como te contacto? Me gustaría verte!!!
Sí, todavía aquí seguimos !!!
Sí, todavía aquí seguimos !!!
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