Hoy es un día especial, muy importante en mi vida y yo creo que lo será en la vida de la persona que la conocerá en unos años y caerá rendido ante su encanto: Hoy es el cumpleaños número siete de mi hermosa hija Alondra.
Aplausos...
Soy muy feliz de ser mamá de Alondra, es una niña alegre, cariñosa, juguetona y chistosa. Me hace reír, me hace llorar, me provoca enojos momentáneos y también me hace reflexionar muchísimo. Es como una versión en miniatura de mi, sinceramente.
Llegó a este mundo desafiando todas las leyes, incluida la de gravedad. Creció con pura leche materna, la cual siguió consumiendo a libre demanda hasta que cumplió tres años y ya no hubo manera de salvar el pudor en sitio alguno, pues le gustaba comer y ver lo que pasaba a su alrededor. Así de determinante y mandona la muchacha.
Le comencé a decir "Papita" desde que la enfermera me la colocó en mi mejilla para conocerla y desde el momento en el que la olí, un torrente de oxitocina recorrió mi ser, sellando para siempre el amor incondicional que le profeso a esa Papita, tan bella, irreverente y cachetona.
No puedo más de amor: es un verdadero placer llegar a casa y ser abrazada con un apego y un amor incomparables. Tan dulce y noble mi hermosa Papita, quien hoy llega a la edad de siete años. Con una mamá algo sui géneris que la ama con la mitad de su corazón y que desea que hoy y siempre sea una niña sana y feliz.
Feliz cumpleaños, gatita mía!
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