Cuando supe que traía a un Matius en la panza, indudablemente temblé de miedo.
Ni de chiste era una adolescente, tampoco una jovencita pizpireta y cándida; había terminado la carrera, estaba librando una lucha para independizarme de mis papás e irme a vivir sola (con el consabido chantaje materno de que yo aún no había cumplido con todas las expectativas, etc.) y con un novio que conocí en línea -aparte de todo- y que era completamente opuesto a mi. Pero totalmente lo contrario... no, no, no inventes lo diferentes que eramos (lo seguimos siendo). No había pareja más dispareja que nosotros.
Pero aún así, nos propusimos tener bien y bonito a ese Matius que vivía feliz en su burbuja, ajeno a todos los ires y venires del mundo exterior.
Y hoy cumple catorce años... bravo, bravo, bravísssimo!
El mío amore entra a la edad que yo tuve cuando me dieron mi primer beso (Hola, Ovidio) y me enamoré hasta el tuétano (Hola de nuevo, Ovidio). La edad en la que salía sola con mis amigos a tardeadas, al basket en el Palacio de los Deportes (stop making "Guerreros Aztecas" happen.), a las salidas culturales en bola, en fin... al despertar a la vida deliciosa del adolescente promedio.
Pero no para él 😢
Con dos años de pandemia a cuestas, una mamá en drogas (legales y por prescripción), una hermana que le robó los reflectores ¡y hasta la fecha de cumpleaños! (dejen de decir "¡qué tino tienes!"), es difícil que hoy se sienta particularmente festivo.
Así que mientras está hecho bolita en su cama, dormitando porque prefiere no pensar en que su papá tiene Covid, su hermana posiblemente también tenga Covid y su oportunidad de irse a la playa estén en el límite de lo posible, escribo estas letras para decirle que lo amo con todo mi ser, con todo el miedo que siente la madre de un adolescente y con una incondicionalidad que envidiaría cualquier fan de Los Bitles después de darse cuenta que sí les cambiaron al Pol pero aún así siguen coreando el escape de la banda (ay, suficiente!).
Te amo Mateo, Matius, Mateques, Matiuski, Mateíto, Mateosín.
Eres el eje de mi carreta, mi cielo, y así seguimos andando...