viernes, 23 de octubre de 2015

¡Ay, ay, ay...cómo he cambiado! (Sí, escribí el título bajo el influjo de Selena)

06:57 a.m.
El título no ayuda a disipar la nubosa sensación de fracaso que últimamente me gusta exhalar.
Es ciertamente un tiempo difícil para mi alma soñadora, juguetona y valemadrista pero pienso: Si Drew Barrymore (y todos mis cultísimos lectores se preguntan "¿quiéeeeen?") se da el "lujo" de tenerla, yo también puedo. ¡Qué importa que ya hayan pasado casi 8 años de que el Matius nació, yo aún no me recupero de la depresión post parto de ESE preciso parto!... anyway.
Y gracias a que Feisbuc tiene la maldíta costumbre de recordarnos a diario cómo eramos y qué estupideces publicábamos hace 1, 3, 5 y hasta 6 años es que me di cuenta lo mucho, muchísimo, que cambié y lo poco que me reconozco hoy día. Y en estos días donde ya nada sorprende (ni siquiera el saber que alguien llegaría del pasado para decir que volvería al futuro y luego esperar a que llegara el día en el que volvió pero en realidad nunca llegó pero cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí, o algo por el estilo) y donde todo sigue igual excepto uno mismo, yo decido ponerme a escribir y explicarles (porque aman el chisme) en qué cosas he cambiado...

                            Es eso o se me largan a leer los posts viejos y lo descubren por ustedes mismos,                                           ¡chihuahuas!

He mudado de domicilio más veces que cangrejo ermitaño, ya tengo dos hijastros (je je, aportación de mi santo padre) y según "El principito", cuando domesticas algo, eres responsable para siempre de ello, so, Marmota y yo seguimos juntos forever and ever, para siempre jamás (o algo así dicen los cuentos).
Según las fotos, he cambiado de look más veces de las que mi Yo soltera hubiera permitido, he priorizado personas, lugares y actividades y simplemente dejé que el curso natural de la maternidad me dijera a dónde tengo que ir... por lo que ahora me encuentro metida en un hoyo. ¡Ja!
Síiiiiiiiii, es un hoyo muy cómodo y bonito, lleno de cobijitas mullidas y suaves; un hoyo donde hay olor a lechita y maullidos de gatito y partidos de fútbol y tardes con los Scouts y abrazos deliciosos y mañanas con café descafeinado y yo en pijama...pero un hoyo al fin y al cabo.
Y no reniego de ello, simplemente sigo esperando el momento para mi.
Solo para mi... pipipipi. Soy una madre egoísta, denme un manazo por preguntona (y quejona).
Y no supe si reír o llorar cuando Marmota llegó ese día con un recibo de pago y una extraña sonrisa, al tiempo que decía "Gato, me pediste tiempo para ti y yo que te amo, te acabo de inscribir al Gym"...
Weeeeeeey! Tiempo para mi significa dormir 10 minutos sin una niña prendida de la teta, o ir al baño en santa paz, o tomarme un café con cafeína y tener dos horas para desecharla antes de amamantar, o leer (¡ay mis libros!...snifff) o darme una ducha con la puerta cerrada... Pero ese día que subí la foto a mis redes sociales donde les informaba que volvía al gimnasio, alcanzó un promedio de 30 "me gusta" (hummm, ¿así que 30 "amigos" piensan que sí me urgía una buena sudada porque estoy obesa?).
Cuando algo tan inocente como lo es mirar viejas fotos te pone en perspectiva lo mucho que en realidad has avanzado (porque el cambio siempre significa movimiento...aún sean giros de 360°), la mente se shockea y el corazón se hace pasa (mientras no le de un infarto... ¡que resista las sanforizadas!).
De ahí a que aguantes vara (como se dice en el argot) por aquellas cosas que no puedes cambiar, está el asunto. Tal parece que el mundo te arrastra por su corriente a veces malinformada y consumista y te muestra cuadros que no puedes tener y ¡quieres tenerlos!
No es que culpe al mundo de mi desilusión, ¡simplemente que el muy maldito no ayuda!.
Con tanta publicidad a lo que debiese ser la vida de una, es lógico que de repente se me vaya el norte y por eso llore con todo esto de los cambios buenos, cambios malos...
Aunque, pensándolo bien...
Sigo siendo la misma cruel egoísta de siempre, queriendo ponderar su persona por encima de los demás.
Amando a su gato, meneando su café y leyendo sus libros raros (es que lo mío es el Werevertumorro, la neta.) o persiguiendo musas (o musos) para escribir (lo que no se escribe, se olvida) los sinsentidos de siempre.
Tratando de explicarse a si misma cada semana o cada que tiene la oportunidad de ducharse con la puerta cerrada. Delineándose de negro el ojo pa' resaltar las pupilas que le bailan cuando te mira o trepada en el brincolín de la fiesta, carcajeándose de la cara de vergüenza que ponen sus hijos (¡Sí, Papita!, ya vi que también te da oso!).
Y que a pesar de que se empeña en mantener las cortinas cerradas para perpetuar la oscuridad, no puede evitar mirar hacia la luz que entra por la otra ventana y que le anuncia siempre un día luminoso (memorándum  para mi: tapiar la maldíta ventana de la cocina)...
Soy yo para siempre con mis demonios, mis carencias y mis chispazos de buen humor.
No me encariñé con una piedra, pero al final del día en un hoyo también se construye un hogar... uno al que siempre es agradable regresar después de haber corrido aventuras.
Por último (porque ya son 09:28 a.m. y Papita anda rondando por aquí): qué diferente es escribir en la oscura complicidad de la madrugada a la mañana descaradamente luminosa y optimista que ya es; tal parece que el clima sí influye en mi ánimo... ¡y no tengo que viajar a Suecia para comprobarlo!
Ya en serio: sí, me sigo traumando por la falta de tiempo (y por escribir "de a dedito" cuando mis ideas vuelan); sí, estoy triste porque "pasean la carne frente a la chimuela" y porque pensar en ello me produce culpa (pero ese es tema para otro post) y sí, a veces a pesar de mi misma sigo pensando en el verdor del pasto ajeno PERO... se que mirar en perspectiva la vida ya sucedida es a veces benéfico y el añorar lo pasado o lo futuro es muchas veces la clave para continuar en movimiento.
Feliz viernes, queriditos... ¡aprovechen el tiempo!

Por lo pronto, así está el hoy:

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