Típico que te levantas de madrugada (a las 06:00 a.m. aún podemos considerarlo "madrugada", ¿verdad?) con hambre feroz, asaltas el refri para allegarte con las sobras de la noche anterior, bebes rápidamente el jugo que queda antes de que el gandalla de tu hijo mayor lo encuentre y se lo zampe y cuando estás en el décimo "munch" de tu primer bocado, sin haber escuchado los pasitos previos, te topas a tu hijito (el mismo al que le estabas dando baje con el juguito) mirándote fijamente en la oscuridad... ¡¡¡Ay Weeeey, no me espanten así!!!!
Y pues ya con eso hay motivo suficiente para que se me subiera el azúcar hasta el tinaco y se me borrara la idea que tenía para escribir, así que vámonos temprano que hoy es viernes y doy el tema por visto.
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Ojalá fuera así de descarada, como esas mujeres que tienen blogs que prometen escribir cada viernes y luego se largan y no cumplen... pero no, mis queridos menos cinco abandonados lectores de siempre... una que es bien noble y no puede "desdecirse" de sus promesas y pues ni modos, aquí me tienen HOY... aprovechenme, gócenme, deléitense en mi candor porque así como están las cosas, no sabemos si mañana podremos siquiera prender un cerillo, ya no digamos la computadora.
Pues qué les cuento desde la última aventura de la que tuvieron conocimiento... resulta que para la Marmota fue más fácil vender mi nave que pagar la verificación (decisiones que toman los maridos, ya saben) y ¡sanseacabó! no más esconderme ni huir de la policía. Una medida muy eficiente pues me ha quitado un gran peso de encima... también me quitó la manera para moverme con un niño mayor, una bebé muy gordita y una mascota que sale poquito pero que también pide su paseíto de vez en cuando (parece que lo suyo es vomitar en vestiduras de piel y no en los ridículos sillones morados de mi sala), así que los días siguientes todo fue diversión y calor de hogar a raudales... ¿el lado B de la situación? Niños berreando de aburrimiento, una mamá peleando con absolutamente todos los taxistas del sitio y una mascota neurótica que escogió la actitud pasivo-agresiva de vomitar en mis tenis. Todo un poema, lo se.
Con ese panorama y con las vacaciones a punto de terminar es que nos encontramos por estos rumbos, arrastrando unas ganas enooooormes de entrar a la escuela... que digo enooooormes, mega colosaaaaaales ¡carambas!. Damos de brincos porque ya empiecen las clases, qué bonito, qué agradable: Hola señora histérica con tubos, hola señor lentito y pazguato, hola niños corriendo cual caballos desbocados por las escaleras... que hermoso.
¿Soy yo o es que el verano terminó siquiera antes de comenzar?
Seguramente mi amargura veraniega se debe a que me resisto a creer que las vacaciones pasaron sin pena ni gloria para mi. A que finalmente llegó el momento en el que mi vida (o sea, MI vida) pasó de "awww, vacaciones de verano: fiestas, ligue, margaritas, alberca, besitos y mi bronceado perfecto" a "mamá: leche; mamá: llévame al fut; Gato: mis verduras; mmmma-mmmmá: dzúu guiiiiiii guuuuu".
Y no fue fácil ver las postales de toooodos ustedes en la playa, embarrándome en la cara su felicidad veraniega, ¿ehhhh?.
Jajaja, es cierto: a este verano le faltó irresponsabilidad, tontez, relajación... bueno, bueno...si tomamos en cuenta el incidente con la poli seguramente tuve eso y más pero, hablando en términos de vacaciones, supongo que el corralón no cuenta como lugar de veraneo.
Pienso que me he vuelto a dejar llevar por la corriente sin oponer mucha resistencia y ahora me quejo por que mi espíritu está un tanto "fofo" y lo resiento.
Muchas veces una cae en las mismas trampas con las que pretendemos engañarnos a nosotros mismos, sin querer escuchar lo que nuestro corazón grita con tesón. Personalmente soy desesperada (y desesperante, lo se u.u) y de repente quisiera correr -¡volar!- hacia la siguiente etapa de mi vida sin detenerme a pensar que estoy en el lugar indicado, que estos momentos con mis hijos todavía pequeños no van a regresar y que si mis raíces de repente se rebelan a hundirse más y más en la tierra, debo darles paz y esperanza de que ello me volverá una persona más fuerte.
Hoy es el verano, tal vez en otra ocasión será una pérdida diferente... la lección a aprender siempre es vivir y disfrutar con cada poro de tu ser el momento presente.
Aunque ese momento tenga un sabor agridulce a derrota, aunque la perspectiva sea escribir al lado de niños pegajosos y aburridos de los mimos sofocantes de su madre, aunque la vista sea una enorme pila de trastos sucios en la cocina...
Soy afortunada.
Feliz Viernes, queriditos... sigan chapoteando en su alberquita, mis niños, que algún día también se les acabará el verano... jajaja, nocierto manitos.
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