domingo, 10 de mayo de 2015

BLOODY MOTHER'S DAY (O "Ps si ya saben cómo soy, pa qué me invitan")

"A veces se necesita perderse para encontrarse"... 
Sí, he perdido muchas cosas en el camino. Y de todas he renegado porque soy acumuladora y me encanta guardar y atesorar. Aún lloro por haber perdido mi mochila en la prepa ¡y miren! ya van veinte años de aquel suceso...
 Yo estaba muy obsesionada con un chico llamado Pato, que meses atrás habíame pedido que fuera su  novia con todas las de la ley, pero noooooo, ¿para qué hacerme su chava si yo tenía novio? El punto es que cuando me di cuenta, zas, el Pato ya andaba tras los huesos de muchas más (así de cotizadito estaba el mentado plumífero). Tonces, como buena acumuleitor, que me obsesiono. Nunca las canciones del "Jagged little pill" me sonaron tan amargas, ni las poesías de Octavio Paz tan saladas, la verdad es que dolía "haberlo perdido" y nada se podía hacer por "recuperarlo". En una de esas, le escribí sentida carta cuyo contenido seguro ahora me haría enrojecer de vergüenza, pero para mis dieciséis años, la neta estaba muy intensa. Total, que me armo de valor y me lanzo a entregarle la misiva al Pato, dejando encargada mi mochila con Mejor Amiga, la cual estaba echando novio de lo lindo, ¡puaj!. Más tardé en generar pena ajena con mis líneas que en percatarme que mi mochila había sido sustraída ilegalmente con todo su valiosísimo contenido (¡no manchen, si traía TODOS mis cosméticos y mis cuadernos estaban nuevos!) De esa pérdida nunca me recuperé porque las consecuencias fueron fatales pero esa es otra historia. Por cierto, ahí estaba el librito del CD de " Jagged..." y lo peor es que no era mío sino de mi amiga Giselle (quien hoy cumple años: felicidades nena y perdón por nunca devolverte ese boocklet).

¿Qué aprendí o qué encontré con aquella pérdida? Por supuesto, no fue mi dignidad ni mis cosas, aunque si fue una lección dura de asimilar. No lo sabía en ese momento pero años después recordaría esa anécdota para venir a rellenar este escrito que parece seguir sin tener pies ni cabeza y yo sólo quiero seguir tecleando para tratar de encontrar una buena idea con qué festejar el diez de mayo lo dijé o lo pensé ¿por qué se trabó la tecla de la coma? maldita sea no puede ser...

Quiero decirles, queridos menos cinco maternales lectores de siempre, que he tratado de terminar de escribir ésta entrada desde la mañana; ha sido una dura lucha la que han sostenido los "debiera ser así" contra mis "pues es lo que hay" y según la tarjeta Lamazón, van ganando los segundos... ¿será que sólo yo sufro la maternidad de esta manera? ¿estaré escondiéndome detrás de ella para no enfrentar las pérdidas?
¿habrá alguien a quien todo le salga bien?
Siempre comento que escribo para explicarme las cosas, para sacarlas de mi ser y poder observarlas a cierta distancia, lo suficientemente lejos para que no me hagan daño. No puedo escribir "ser mamá me hace daño" porque me da miedo enfrentar la ceja arqueada de más de un individuo ni tampoco puedo decir "ser madre es un día de primavera", porque el mismo individuo sabría que estoy mintiendo. Es un juego que nunca se puede ganar, luego entonces, perdemos... Punto para las pérdidas (que no las perdidas...)
Hoy precisamente salí a orearme y a dejar que me obsequiaran aquellos que son la razón por la que se supone debo festejar el diez de mayo y yo sabía que aquello terminaría mal. Lo se porque cada año con cada fecha en la que soy protagonista hago exáctamente lo mismo: lo arruino completamente.
Me pone de malas salir a "escoger mi regalo", soy exageradamente egoísta y caprichosa, soy un mounstro con chapitas y lipstick que se trepa al coche y empieza a soltar humo y truenos a diestra y siniestra.
No quiero evitarlo, se que puedo hacerlo pero entonces no se cumpliría la profesía de que soy la peor madre del mundo; nunca he estado preparada para el éxito, no importa cuántos malditos cursos de autoestima haya tomado ¿por qué iba a ser diferente al convertirme en madre?
Una es lo que es y así va soltando su encanto o su veneno, a veces con resultados buenos y otras veces con un raspón y una curita en el corazón. No es diferente por el simple hecho de ser mamá, aquello no es un escudo que te blinde contra los putazos del amor. Al contrario, te vuelve vulnerable y débil porque con cada sonrisa luminosa, con cada marco hecho de sopa y un "Mamita, eres la mejor" te vas fragmentando en millones de partículas que no encontrarán unión ni descanso hasta que no estés tres metros bajo tierra.
Y sí, lo eché a perder. Tal vez no tengo la madera de madre de Sarita García o de Marga López. Tal vez mi madera es de las suavecitas y ardorosas que al primer chispazo se consumen... no se, solamente estoy especulando o tratando de malabarear las palabras para que no se note que me domina el miedo por no ser perfecta y entonces no poder ser eficiente, qué boludez ¿no?
 Y heme aquí, lamiéndome las heridas por haber sido una momster el día en el que se supone debí desplegar el halo angelical que la sociedad ha endilgado a las mamás.
Cielos, el día en el que el ojo público nos deje en paz tal vez sea el día en el que realmente celebre esta fecha, sin presiones para elegir ropa, zapatos, cosméticos, joyas, perfumes, cambios de look o hasta libros que necesitan un tiempo -¡una vida!- para poder ser disfrutados.

A estas alturas lo único que quiero es acurrucarme junto a mi mamá y decirle lo mucho que la entiendo, lo mucho que la quiero y que es la mejor.
Tal vez hasta le haga un marco hecho de sopa...




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