Volví al café y a todas las formas posibles de cafeína.
Los expresso con un twist de limón ahora son lo mío.
Hasta he masticado chicles sabor café, chinos, de dudoso control de calidad.
También me zampé una caja completa de triki-trakes cada medianoche desde que éste apestoso blog decidió volverme loca con sus quejas y reproches. Ya saben, aquellos como: "antes me escribías cada viernes"...
¿En qué he andado? ... Hum, déjenme pensar... ah sí: en estiradas y aflojadas de mis múltiples profesiones, pintando piedras para venderlas como artesanía y en una que otra charla con la loca del espejo.
En estos momentos me encuentro con la cartera medio vacía (sí, otra vez; no, no por culpa de los gustos gourmet de Pelussa) y ello me recuerda que acaba de pasar la Feria del Libro Infantil y que compré libros con singular alegría, como si se tratara de chacharitas en mis muy gustadas tiendas "de a 3 pesos" (en realidad ya son "de a 5", por aquello de los sube y baja de la bolsa y la fluctuación del peso frente al dolar, pero ¿qué se yo de ello?, no me preguntes, sólo soy una chica...)
Fuera de ello, nada interesante me ha sucedido.
Ni épicos romances con hombres mayores que yo, ni persecuciones locas por periferico, en las que yo intento mantener el control del vehículo mientras suena "Americano" en el playlist.
Nada, he estado viviendo el nihilismo a todo tren. Porque es más cómodo y barato y porque así no duelen las recaidas.
Pensé que ocuparme de otras cosas que no fueran las usuales estaba bien, que me daban otro panorama para tratar a la gente sin juzgarla. Pero algo pasa, hay una falta de sensibilidad en el ambiente, una carencia de espiritualidad en los ámbitos que me rodean que a veces pienso si en verdad yo soy la que debe estar tomando ese maldíto antidepresivo que me tiene literalmente enganchada y no la sociedad en conjunto.
Y ya, les juro que por enésima vez ya me cansé de reinventarme para no caer en la apatía.
Musicalmente hablando, pienso que soy una papa. Envidio a la gente que sabe apreciar la música y que necesita de ella orgánicamente pues pienso que, así como en la literatura, las posibilidades son infinitas y la sorpresa es permanente.
No quisiera que supieran que sigo con el mismo playlist desde hace mil años, pues es triste y vergonzoso que de repente en el stereo suenen cosas como "La calle de las sirenas" o algo por el estilo, mientras manejo camino a una audiencia o ¡peor! a recoger a mi hijito de casi cinco años (el cual tuvo que esperar una hora extra en la dirección mientras yo arriesgaba mi reputación de "mamita bien", pues la mentada audiencia duró lo que quiso)
¡Argh!
Qué amargas suenas las cosas cuando la ironía juega contigo a no salir a escena.
He tenido semanas de los mil diablos y cada que terminan me digo a mi misma "nunca más".
Pero las muy jijas se las arreglan para que yo tropiece y vuelva una y otra vez sobre las lecciones no aprendidas.
Esta escuela de la vida no es lo que yo creía, pues los "extras" no cuestan veinte centavos, sino veinte días para pasar las asignaturas que me darán el título de "La persona más satisfecha consigo misma del mundo".
Que alguien me baje de éste tren porque va muy rápidoooooooooooooooo y voy a vomit..........
Ok, muy tarde ya.
Les escribo estas líneas a temprana hora del viernes, pues no se si se me pegue la gana despertar temprano, preparar el desayuno del Matius, ir a dejarlo a la escuela, cepillar mi cabello y sentarme a carcajear de mis pensamientos pesimistas de dos semanas en el ácido.
Mné, me conozco; se que por aquí me tendrán de nuevo el día de hoy...
Así soy, mientras se me pasa el berrinche...
¡Buenos días!
Los expresso con un twist de limón ahora son lo mío.
Hasta he masticado chicles sabor café, chinos, de dudoso control de calidad.
También me zampé una caja completa de triki-trakes cada medianoche desde que éste apestoso blog decidió volverme loca con sus quejas y reproches. Ya saben, aquellos como: "antes me escribías cada viernes"...
¿En qué he andado? ... Hum, déjenme pensar... ah sí: en estiradas y aflojadas de mis múltiples profesiones, pintando piedras para venderlas como artesanía y en una que otra charla con la loca del espejo.
En estos momentos me encuentro con la cartera medio vacía (sí, otra vez; no, no por culpa de los gustos gourmet de Pelussa) y ello me recuerda que acaba de pasar la Feria del Libro Infantil y que compré libros con singular alegría, como si se tratara de chacharitas en mis muy gustadas tiendas "de a 3 pesos" (en realidad ya son "de a 5", por aquello de los sube y baja de la bolsa y la fluctuación del peso frente al dolar, pero ¿qué se yo de ello?, no me preguntes, sólo soy una chica...)
Fuera de ello, nada interesante me ha sucedido.
Ni épicos romances con hombres mayores que yo, ni persecuciones locas por periferico, en las que yo intento mantener el control del vehículo mientras suena "Americano" en el playlist.
Nada, he estado viviendo el nihilismo a todo tren. Porque es más cómodo y barato y porque así no duelen las recaidas.
Pensé que ocuparme de otras cosas que no fueran las usuales estaba bien, que me daban otro panorama para tratar a la gente sin juzgarla. Pero algo pasa, hay una falta de sensibilidad en el ambiente, una carencia de espiritualidad en los ámbitos que me rodean que a veces pienso si en verdad yo soy la que debe estar tomando ese maldíto antidepresivo que me tiene literalmente enganchada y no la sociedad en conjunto.
Y ya, les juro que por enésima vez ya me cansé de reinventarme para no caer en la apatía.
Musicalmente hablando, pienso que soy una papa. Envidio a la gente que sabe apreciar la música y que necesita de ella orgánicamente pues pienso que, así como en la literatura, las posibilidades son infinitas y la sorpresa es permanente.
No quisiera que supieran que sigo con el mismo playlist desde hace mil años, pues es triste y vergonzoso que de repente en el stereo suenen cosas como "La calle de las sirenas" o algo por el estilo, mientras manejo camino a una audiencia o ¡peor! a recoger a mi hijito de casi cinco años (el cual tuvo que esperar una hora extra en la dirección mientras yo arriesgaba mi reputación de "mamita bien", pues la mentada audiencia duró lo que quiso)
¡Argh!
Qué amargas suenas las cosas cuando la ironía juega contigo a no salir a escena.
He tenido semanas de los mil diablos y cada que terminan me digo a mi misma "nunca más".
Pero las muy jijas se las arreglan para que yo tropiece y vuelva una y otra vez sobre las lecciones no aprendidas.
Esta escuela de la vida no es lo que yo creía, pues los "extras" no cuestan veinte centavos, sino veinte días para pasar las asignaturas que me darán el título de "La persona más satisfecha consigo misma del mundo".
Que alguien me baje de éste tren porque va muy rápidoooooooooooooooo y voy a vomit..........
Ok, muy tarde ya.
Les escribo estas líneas a temprana hora del viernes, pues no se si se me pegue la gana despertar temprano, preparar el desayuno del Matius, ir a dejarlo a la escuela, cepillar mi cabello y sentarme a carcajear de mis pensamientos pesimistas de dos semanas en el ácido.
Mné, me conozco; se que por aquí me tendrán de nuevo el día de hoy...
Así soy, mientras se me pasa el berrinche...
¡Buenos días!
2 comentarios:
Muy buenos días, o noches?, yo tampoco lo sé, jajaja, para mí también este tren va demasiado rápido, pero tómalo con calma, aprende de esos obstáculos que al final del camino, no importa cuantas veces topaste con ello, tendrás una enseñanza, debemos aprender que esta vida no es perfecta (yo alcancé un grado de perfección 9.9 y ni así, jajaja), amiga a veces también pienso que este tren va demasiado rápido, sin embargo, me siento veo el panorama a lo lejos y no, resulta que no van tan rápido como creía...
Awwwwwwww Israaaaa, gracias!!!
Las cosas se valoran y se aprecian con calma y no con el corazón atropellado, tienes razón. Le bajaré unas cuantas rayitas al pesimismo.
Jajaja, amé tu perfección 9.9
Abrazos amigo!!
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