Ey, el título no es una apología a aquel programa social que tanto significó para el Salinismo (y sólo para él) ni hablaré de nuestro eminente satélite (¿alquien sabe si aún sigue en órbita?) que conmocionó nuestros ánimos científicos en la época de oro del prísimo (porque, amigos, ESTA es su época de diamante, si me permiten la expresión)
Se trata, pues, de darles una embarrada de filosofía social aplicada a mi muy particular manera de ver -y vivir- la vida, vita, vie... whatever.
Así que... corría el año de 1988 o algo por el estilo. Por esas fechas cursaba el tercer grado de primaria con la miss que permitía el suministro de café a sus alumnos (en serio: podíamos llevar nuestro vasito; cada tanto alguien llevaba el azúcar, el café, el coffee mate y durante el recreo, nos hacíamos nuestro cafecito. ¡Es verdad! ¡Pregúntenselo a Laura!)
Y por aquellos días aconteció que "unos señores" llegaron a la primaria a buscar niños y niñas para modelar.
¡Guaaaaaaaau!
La revista Barbie tenía a mi autoestima en el suelo pues sus modelos eran niñas de evidente ascendencia europea o ya de perdis, del colegio Vista Hermosa. Yo por supuestísimo que nunca he renegado -y aunque quisiera, no podría- de mis orígenes indígenas de la zona Mixteca de Oaxaca. Es muy evidente el color de mi tez, mis rasgos faciales y, el carácter serio y solemne (ésto último, menos que otra cosa), así que de la nada aparecían estas personas que buscaban niños modelos, para ponerlos a pasarelear en Liverpool o algo por el estilo. Yo debía estar ahí, a como diera lugar. No podía dejar pasar mi oportunidad de volarme el resto de las clases -por mucho cafecito que me dieran- ni de ser la envidia de las compañeritas menos "agraciadas".
Así que acudí al mini casting que se llevó a cabo en la oficina de la Directora, la profesora Conchita -a la que, creánlo o no, se le festejaba el 8 de Diciembre "su Santo"- y obvio, llevába mi porra consistente en un par de gemelas cuya buena madre me cuidaba en lo que llegaba mi mamá por mi (apenas se empezaba a poner de moda que las mamás fueran profesionistas o que trabajaran) y bueeeno, héme ahí con toda mi muppetosa muppetez, tratando de caminar lo más derechita posible ante la mirada aprobatoria de los señores. También había una mujer, claro. No hay que pensar tan mal.
Total que sí me escogieron, pero debía marcar a mi casa para pedirle permiso a mi mamá. ¡Fuck!, mi madre no estaba en esa casa detrás del teléfono esperando mi llamada. Estaba resolviendo amparos en la Coordinación General Jurídica del D.D.F. y no tenía sus teléfonos ¡doble Fuck!
Así que, con la mirada reprobatoria de la secretaria, comencé a marcarle a mis abuelas, a la vecina, a mis tías... yo no se que pretendía pero el caso es que de ningún lado obtuve una respuesta favorecedora. O no contestaban o no entendían mi balbuceo incoherente...
Mejor así... tal vez...
Escogieron a otras niñas cuyas madres SI estaban a la mano para dar su manita a torcer. Yo regresé a mi saloncito, dispuesta a sufrir las burlas de los compañeritos que me vieron entrar (¡y "modelar"! Dios, que vergüernza) a la dirección sabiendo mis verdaderos intereses.
Al momento en el que me derrumbé en la banca y comencé a llorar, mis amigos se fueron acercando poco a poco... me consolaron... me dieron palabras de "no te preocupes", "todo estará bien", "a mi se me murió mi perro"... Uno más me preparó mi cafecito y una niña me regaló unas botitas para la "Barbie" que acababa de comprar en el recreo...
Solidaridad, amigos. No fue otra cosa que el tratar de hacer común mi dolor y entre toda esa pequeña sociedad que formaba el salón de clases del Tercero "B", tratar de sacar adelante el ánimo -y orgullo- maltrecho de la compañerita Dana...
La solidaridad se perfecciona a través de los actos que hacemos en favor o beneficio de los demás. La aprendemos o mejor dicho, aprendemos a desarrollar nuestra empatía, generosidad, buen corazón o como gusten llamarle. Y tales muestras de comprensión hacia mi deben ser remuneradas al universo, a quien me lo pida y bajo cualquier circunstancia...
Esta vez, me cuesta hacerlo porque... no es fácil la tarea.
No se si sea real o qué, no se si está bromeando o qué...
Mi abuela me ha instruído acerca de cómo quiere que lleve a cabo sus funerales. Sin errores, sin fallas. Con aplomo y optimismo.
"No es para que llores, Danita. Aún falta mucho tiempo para eso..."
Ojalá...
Se trata, pues, de darles una embarrada de filosofía social aplicada a mi muy particular manera de ver -y vivir- la vida, vita, vie... whatever.
Así que... corría el año de 1988 o algo por el estilo. Por esas fechas cursaba el tercer grado de primaria con la miss que permitía el suministro de café a sus alumnos (en serio: podíamos llevar nuestro vasito; cada tanto alguien llevaba el azúcar, el café, el coffee mate y durante el recreo, nos hacíamos nuestro cafecito. ¡Es verdad! ¡Pregúntenselo a Laura!)
Y por aquellos días aconteció que "unos señores" llegaron a la primaria a buscar niños y niñas para modelar.
¡Guaaaaaaaau!
La revista Barbie tenía a mi autoestima en el suelo pues sus modelos eran niñas de evidente ascendencia europea o ya de perdis, del colegio Vista Hermosa. Yo por supuestísimo que nunca he renegado -y aunque quisiera, no podría- de mis orígenes indígenas de la zona Mixteca de Oaxaca. Es muy evidente el color de mi tez, mis rasgos faciales y, el carácter serio y solemne (ésto último, menos que otra cosa), así que de la nada aparecían estas personas que buscaban niños modelos, para ponerlos a pasarelear en Liverpool o algo por el estilo. Yo debía estar ahí, a como diera lugar. No podía dejar pasar mi oportunidad de volarme el resto de las clases -por mucho cafecito que me dieran- ni de ser la envidia de las compañeritas menos "agraciadas".
Así que acudí al mini casting que se llevó a cabo en la oficina de la Directora, la profesora Conchita -a la que, creánlo o no, se le festejaba el 8 de Diciembre "su Santo"- y obvio, llevába mi porra consistente en un par de gemelas cuya buena madre me cuidaba en lo que llegaba mi mamá por mi (apenas se empezaba a poner de moda que las mamás fueran profesionistas o que trabajaran) y bueeeno, héme ahí con toda mi muppetosa muppetez, tratando de caminar lo más derechita posible ante la mirada aprobatoria de los señores. También había una mujer, claro. No hay que pensar tan mal.
Total que sí me escogieron, pero debía marcar a mi casa para pedirle permiso a mi mamá. ¡Fuck!, mi madre no estaba en esa casa detrás del teléfono esperando mi llamada. Estaba resolviendo amparos en la Coordinación General Jurídica del D.D.F. y no tenía sus teléfonos ¡doble Fuck!
Así que, con la mirada reprobatoria de la secretaria, comencé a marcarle a mis abuelas, a la vecina, a mis tías... yo no se que pretendía pero el caso es que de ningún lado obtuve una respuesta favorecedora. O no contestaban o no entendían mi balbuceo incoherente...
Mejor así... tal vez...
Escogieron a otras niñas cuyas madres SI estaban a la mano para dar su manita a torcer. Yo regresé a mi saloncito, dispuesta a sufrir las burlas de los compañeritos que me vieron entrar (¡y "modelar"! Dios, que vergüernza) a la dirección sabiendo mis verdaderos intereses.
Al momento en el que me derrumbé en la banca y comencé a llorar, mis amigos se fueron acercando poco a poco... me consolaron... me dieron palabras de "no te preocupes", "todo estará bien", "a mi se me murió mi perro"... Uno más me preparó mi cafecito y una niña me regaló unas botitas para la "Barbie" que acababa de comprar en el recreo...
Solidaridad, amigos. No fue otra cosa que el tratar de hacer común mi dolor y entre toda esa pequeña sociedad que formaba el salón de clases del Tercero "B", tratar de sacar adelante el ánimo -y orgullo- maltrecho de la compañerita Dana...
La solidaridad se perfecciona a través de los actos que hacemos en favor o beneficio de los demás. La aprendemos o mejor dicho, aprendemos a desarrollar nuestra empatía, generosidad, buen corazón o como gusten llamarle. Y tales muestras de comprensión hacia mi deben ser remuneradas al universo, a quien me lo pida y bajo cualquier circunstancia...
Esta vez, me cuesta hacerlo porque... no es fácil la tarea.
No se si sea real o qué, no se si está bromeando o qué...
Mi abuela me ha instruído acerca de cómo quiere que lleve a cabo sus funerales. Sin errores, sin fallas. Con aplomo y optimismo.
"No es para que llores, Danita. Aún falta mucho tiempo para eso..."
Ojalá...
2 comentarios:
Oye tu mamá qué se pansaba!!! Rayos.... tal vez serias hoy una modelo famosa, y tal vez podrias sacarnos de pobres al Matius II y a mi!! oh-oh.. pero tal vez nunca nos hubieramos conocido pues hubieses entrado a un "cole" mucho mas "nice" que la E.S.A.N.S. y ademas hoy no estarias aquuí escribiendo La Gateria....
... pensandolo bien, me alegro que tu mamá no haya estado en casa.... total Danita, no pasa nada.. ya verás que habrá muchos otros castings!
Danny Fdez.
Que bonito Dana! Gracias x compartir la historia! Y claro: Todo estará bien!!
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