jueves, 23 de septiembre de 2010

GRACIAS A LA VIDA....

Ok, lo siento; me tiro al drama de cabeza y sin poner las manos, pa caer de puritito hocico sentimentaloide. Sucumbo a mis más profundos deseos narcisitas para hacer ésta entrega y ¿saben qué?, esta vez no me reprocharé nada puesto que este es mi último post veinteañero y si en el anterior me azoté por tan sobado tema, ahora me regocijo (así es, bendita bipolaridad, tu sais).
Doy gracias a la vida, a la máxima deidad existente, a mis papás por decidir traerme al mundo en un arranque de valor a pesar de su cortísima edad, a mi hermano David "Dr. Mitocondria" por ser mi compañero de traumas y alegrías familiares. Gracias a todas y cada una de las personas con las que he tenido la fortuna y la desgracia de haber convivido, sí "Matón de cuarto de primaria", te agradezco el hecho de haberme traumado al burlarte de mis dientitos de conejo, o a ti "Rosita, la pegalona" que en kínder eras el azote de todo el salón con tus marrullerías, por haberme tirado del columpio descalabrándome y dejando que muchas de mis neuronitas conocieran la luz al final del túnel.
Gracias a toda mi familia paterna por heredarme este repinche carácter que me cargo, pero sobre todo, por darme el ejemplo de cómo no ser cuando sea -más- grande y por pasarme tantita sangre oaxaqueña que, como los tamales, el chocolate y los chapulines, no a todo mundo gusta.
Gracias a CIERTOS integrantes de mi familia materna porque me han enseñado que compartir la misma sangre no es sinónimo de compartir la clase, la educación y sobre todo el sentido común. Gracias a mis primas Lluvia, Daniela y Fernanda por ser el paño de lágrimas, la cómplice de aventuras y un hombro donde llorar.
Gracias a todos mis amigos que han compartido conmigo su valioso tiempo, su entrega, su buen o mal humor, alguna anécdota o hecho curioso. Por ser un pilar en mi vida que, como la salud, tiendo a descuidar y no saben cuánto lo siento chicos, no quiero ser como los políticos en campaña pero creanme que hago lo posible por no perderles la pista. Gracias a mis amigos de la primaria, de la secundaria, del ballet, de los scouts, del inglés, del francés, de la prepa, a los del KFC, de la Universidad, de la vida, del trabajo, de borrashhhheras, amigos de mis amigos que ahora son mis amigos, de la Guay, del Myspace, Facebook, a la Familia Frutaaaal...en fin, a toda la gente que he tenido la dicha de conocer.
Gracias a todos los novios que tuve, gracias a los abogados, a los ingenieros, al doctor, al contador, al Dj, al ¡chamán!,a "cachetitos de manzana y Humpty Dumpty" al del KFC, al bajista, al rockstar, al que vendía seguros, al psicologo (que me dejó piorrr), al "robavacas", al "adicto a las sustancias ilegales", a los "buenos para nada" (qué, seguún mi Papá, tooodos caben en ésta categoría), al jovencito, al veterinario...uuuuffff...¡y todavía falta!, jajaja.
Y...claro, gracias a mi nueva familia, la mía, mía, mía.
Gracias Marmota por ser "the one" y por cooperar para concebir al ser más especial de toda la galaxia: mi hijo Mateo.
Gracias marmotas por hacer de mi nueva vida un caos, pero un caos que al fin tiene rumbo y dirección.

¡QUE VENGAN OTROS TREINTA Y MÁS!

Y gracias a ti, por leer La Gatería.

lunes, 20 de septiembre de 2010

No hay plazo que no se cumpla...

Estoy a un pelo de cumplir treinta. Es una edad importante y para mi, es una edad aterradora.


Cada decisión que he tomado, por muy pequeña que sea, se ha convertido en una bola de nieve que crece y crece, aplastándome o llenándome de nevosa felicidad. Pero ha quedado para la posteridad, como aquellas fotos de secundaria en las que lucíamos sendos copetes bien crepeado y esos brackets, tratando de enderezar unos dientes austinpowerescos.

Honestamente, no me imaginé cómo sería yo al cumplir treinta.

Sabía ciertamente que no podría ser como mi mamá (a esa edad ella batallaba con dos criaturas de 10 y dos años, respectivamente. Con trabajo fijo y estable como abogada en el área de amparos del entonces Departamento del Distrito Federal y con una pequeña, pequeñísima histeria, que se volvería hereditaria). Pero tampoco sabía qué sería de mí.

Y sigo sin saberlo, pa que más que la verdad.

Hace poco bromeaba con Marmota (que por cierto, en eso de los treintas ya es todo un experto) comentando que no podía ser que ya le estuviera pegando al treintón y yo siguiera peleada con mi adolescencia… y reíamos ¡jajajajaja!, pero al término de la risa, quedaba aquello que yo llamo “posos de conciencia” los cuales me indicaban que no era del todo broma aquella afirmación. Sí, sigo peleada con el pasado, MI pasado.

Es un fardo que no puedo soltar y que me niego a comprender para evitar más errores en el futuro. Soy como los adictos moderados, que saben lo que su adicción les acarrea pero aún así, no pueden prescindir de ella.

Mi pasado me condena, me tiene sentada en un banquillo acusatorio con la luz cegadora en un alto wattaje, cuestionándome todo el tiempo por aquellas malas elecciones que tomé y que por más que terapeutas, psicólogos, metiches, buenas conciencias, buenos amigos, malos amores, etc., intenten echar de su cosecha, pues nadie puede quitarme de la cabeza esa comezón que Pastilla canta tan bien.

Por eso me resisto y me enferma cumplir treinta. Porque es como una bofetada en la cara, el pasado y me tortura y yo me dejo torturar…

Aunque, cuando sale el sol y entibia un poco mi corazón, me doy cuenta que pues ni pez, Acuamán, la vida sigue y ahora no sólo yo dependo de mi poca o mucha imaginación para salir adelante.

No me tiro para que me levanten, esa acción de tan sobrevalorada, da franca hueva. Se que en unos momentos más, mi bendita bipolaridad me tendrá de nuevo contenta, cantando “tú mi complemento, mi media naranja…” y yo seré feliz, feliz como esas inconcientes que pululan en el espacio, sin más preocupación que traer hijos al mundo para que otros los mantengan mientras ellas se dedican a lo que mejor saben hacer… y que les sale ¡tan bien!

Ta bien, ta bien, estoy asustada. Es normal, creo yo, y como otras veces se que caeré parada, como mis buenos amigos los gatos.

Porque no de a gratis esto es una Gatería, ¿o no?

viernes, 10 de septiembre de 2010

Un paso adelante...(ni modo, Deff Lepard)

Segurito que soy la vergüenza de mi madre por ventilar impunemente, de una manera pública y bastante escandalosa, cuanto pasa en mi vida; pero yo aquieto su preocupación haciéndole saber que ps que nada más me leen mis -5 lectores de siempre y que, por más candela y suspenso que le eche, mi deficiente sintaxis apenas puede provocarles una muy sincera cara de “¿uh?”.
Así que, ya con la conciencia tranquila y el intestino relajado, me dispongo a contarles que:
• Mateo volvió a la guardería donde mantenerlo sano nos cuesta alrededor de $8000 al mes (honorarios médicos NO incluidos) y nada, que es una auténtica pachanga convencerlo todos los días a que entre a la escuela.
• Por lo tanto, me he reincorporado a la vida “laboral” (entrecomillado, si, si) tratando de malabarear mis dos neuronas encargadas del Management para poder entregar resultados dignos de una esposa-gerente.
Así es, vuelvo a supervisar niñas respondonas, berrinchudas y harrrrrto mañosas, PERO ¡JA!, no cuentan con que haber pasado medio año enclaustrada y peleándome con los pinches gatos callejeros, me ha agriado el carácter de tal forma, que haría llorar al mismito niño dios.
No más: “…eeeestee… ay señora, ¿qué cree?... que ayer faltaron $400 pesos en la cuenta”, y yo: “(entripado por dentro, sonrisa benevolente por fuera)… ok Chimina, te lo descuento poco a poco…”
¡Nel, ‘ora trabajas horas extras, ca…bezona!

• Y por pura inercia, pasaré pocas horas en mi casa, donde me traumará menos el hecho de que el agua se tira o no cae, el gato se zambulle felizmente en mi basura, las arañas se meten y conviven con nosotros tranquilamente o que el agreste clima es capaz, sin remordimiento, de arruinarnos una perfecta tarde de parquecito.

• And “last but not least”: me urge saber de un buen hipnotista, puesto que no supero el TERROR a manejar en carretera, con toda la fauna rodante que ya conocemos y que hace de mis nervios lo que su faunorodesca gana le da (as always).

Así las cosas, como dije al principio: a mi mamá le podrá avergonzar todo lo que les he platicado, pero de lo que sí podrá estar orgullosa es de mi impecable ortografía (que ese tema se cuece aparte).

Aburrrrrrr.