No me refugiaré en ti porque no está tu sombra protectora rondando mis espaldas. No tenemos un lugar físico donde enterrar las alianzas ni es posible sentarse al atardecer en ningún paraje para sentir el viento circundándonos. No estallará mi pecho ante ninguna emoción que vomite colores, no hay fuego pues no existe el combustible. No te buscaré con mi mirada, no estás en el vacío. No escucho tus pasos corriéndo a levantarme pues pertenezco a la tierra y no hay dónde sostenerme, no estará tu capa protegiéndome de las piedras que mi propia madre me lanza sin piedad y con aparente razón.
Soy un fracaso inexistente, soy una mala hechura de un tiempo que estalló en un segundo y se disolvió como espuma de mar, como una bandada de cuervos que busca horizontes agrestes para anidar, para ser cuervos, para gestar cuervos y maldad.
No estás en el sonido de ninguna música, no estás en ningún sonido de nada porque nada material sale de lo que no se conoce. La luz de ningún sol alcanza a calentar, a fotosintetizar, a dar vida en este árido espacio que se volvió mi corazón. Todo cuerpo conocido ha soportado alguna vez el paso del tiempo y del olvido que hay de mi a ti, pero yo no se sino balbucear "no te vayas, estoy quemando mis últimos pedazos de cartón para hacer el fuego con el que te llamo, la distancia será insalvable y no habrá limbo donde podamos coincidir.
No hay limbo donde podamos coincidir.
No hay ningún refugio, no hay ningún cuarzo protector, solo las piedras que siguen cayendo a mi alrededor.
Mejor pasear en Recoleta, mejor morir en la banqueta, sin honor, sin gloria, sin riesgo y sin soldados tocando a golpe de clarín las notas que explican mi nombre.
Avanzo lento, me arrastro, soy tortuga, soy nada, soy una brizna que se apaga.
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