Estoy esperando en la fila del banco.
¡Qué rebelde, estoy escribiendo en mi celular y nadie se atreve a decirme nada!... Bueno, en realidad estoy afuera del Banco, poniendo a prueba mi paciencia, mi hidratación y mis melanósidos que, por ser una belleza morena, espero tenerlos por miles.
Las personas hemos perdido el sentido de todo: del tiempo, de la vida, de la decencia, de la humanidad, de la vergüenza y lo sé y lo afirmó categóricamente porque detrás de mí se encuentra un señor como de sesenta y tantos años, usando su celular SIN audífonos y por el ruiderajo, sospecho que está viendo "tik toks" de ______(inserte aquí el nombre de la chichoncita y/o policía municipal de Ecatepec mamado del momento) bailando alegremente alguna cancioncilla pegajosa, mientras sus protuberancias se mueven "sin querer" (bendita juventud inconsciente).
Y no conforme con compartir con los compañeros de fila su muy respetable manera de matar el tiempo de espera (hablemos los estúpidos que escribimos ideas en un blog), se acaba de poner a grabar él mismo un video, haciendo un bailecito de una canción que dice algo como "ra tu tá, raca taca tá". Le echa enjundia, le echa sabor, nos causa una envidia su desmadre y soltura para mover el bote, amén de la circunstancia que lo tiene tan contento en medio de este caos, en medio de este calor: seguramente es de los miles de sesentones que ya recibieron la vacuna.
Es la venganza de las generaciones de antaño contra los cuarentones que tratamos de mantener a flote la economía con decisiones tan pendejas como gastarse la quincena en el shein, en el Amazon o ¡peor!, pagando colegiaturas de humanos que en su momento también nos pintarán un dedo medio por nuestra falta de savoir vivre.
El fin de una era, sin duda.
P. D. Y aquel cuarentón que no haya sucumbido a sacar su cuenta de tiktok, que tire la primera piedra.