No, no, no, no, ni me alcen esas cejitas como si yo fuera un gato casero y mimoso y me les escapé durante quince días y los tuve "con el 'Jesús' en la boca" por no saber si me atropellara un camión o me recogiera el antirrábico... Niet!
Lo que pasa es lo de siempre y mis MENOS CINCO FIDELÍSIMOS LECTORES ya lo saben: simplemente... ¡me bloqueo!
Pero como el mundo parece encontrarse de gran jolgorio y francachela, haré como cualquier borracho que se respete y esto es: fingir amnesia.
A ver, pongámonos de acuerdo de una vez antes de que lean estos dislates con la esperanza de hallar una cura para el insomnio: sí soy pambolera, si me gusta el futbol, si veo partidos donde no necesariamente juega "la seletsión", si me emociona cualquier competencia deportiva internacional, no por ello me emborrego y dejo de prestarle atención a temas de importancia nacional, no por ello dejo de dormir y por supuesto, soy de las que antes de ver un partido ya leyó un libro de cada país participante, ¡ya lo saben! (excepto Costa de Marfil, lo siento pero no.)
Así que aclarado el asunto, les platicaré la historia que a mi me ha tocado vivir en cada mundial desde que tengo uso de razón... o sea, hace dos horas ja ja ja... not.
Recuerdo que en 1986 viví el trasplante de maceta nezayorkina a una maceta insurgentosa, como ya les he platicado. La novedad del cambio de casa aumentaba a medida que iba descubriendo el barrio y sus alrededores. Por supuesto, sin menospreciar a la tierra que me dio cobijo durante cinco añitos, aquello era un paraíso: parques, quioscos, tiendas, escuelas, avenidas, casas, aduanas y La Fogata Norteña eran cosa de todos los días. Justo por aquellas fechas, el Mundial de México '86 estaba en su mero apogeo y en mi inocencia infantil creía que aquellos señores altos y rubios caminando sobre Avenida Reforma también formaban parte del activo fijo. De igual, manera los conciertos que se organizaron en plazas públicas (y de donde estoy 100% segura que Marchelo se inspiró para agasajar al respetable con sus Britnis, Justins y Pols, vous sais) lograron extasiar mi párvula mente al imaginar que ello duraría para siempre.
Pero no.
Cuando por las noches le pedía a mis papás que me llevaran al Monumento a la Madre, allá por los Sullivans (¿Por qué tan coloraditos de pronto?, ¿De qué se acordaron?) a escuchar cantar a Marisela y al Buki, o a ver a Huarachín y Huarachón o ya de perdis, a que me compraran una corneta de cartón con barbitas de papel de china, ellos no encontraban la manera más amable para decirme que aquello ya no iba a poder ser, que simplemente los señores altos y rubios que veíamos afuera del Hotel Doral (al lado del póstumo Bulldog) nomás no eran vecinos, sino huéspedes temporales de la ciudad, de Avenida Insurgentes, de mis fantasías... snif, snif.
El Mundial vino y se fue dejando a una melancolía en mi ser que no podía explicar bien a bien hasta hace dos años en terapia. Era como si el mundo se hubiera puesto en mi contra, conspirara y se burlara de las aspiraciones bastante näif de una bodoca sin mucho mundo (aún).
De recuerdo quedaron las monedas de $200 pesos que me alcanzaban para dos paletas de hielo y cinco ollitas de tamarindo, unas calcomanías de Maradona y unos plumones (que jamás tuve, pero bien que les echaba el ojo) en forma de bolita y con tapas de sombrero charro.
En este Mundial el Matius tiene la misma edad que yo tenía en aquel México '86, pero ni qué esperanzas de que tenga también los mismos problemas existenciales que yo tenía en ese entonces.
A lo más que llegan sus traumas es por no llenar el maldíiiito álbum Panini y que su playera de Colombia no tiene su nombre como la de México.
Pero de eso a que llore porque Marisela y el Buki no canten "La pareja ideal"...pffff... para nada.
Esta generación ya no canta aquello de un mundo unido por un balón porque en primera, ni les interesa que el mundo esté unido y mucho menos que sea por un balón.
Esta generación acaba de ser condenada a un doloroso futuro de privatización, escasez de todo lo natural y renovable y a un entreguismo espeluznante. Pues si, chicos, ni como dejar de decirlo. En el interés y la conciencia de cada quien se encuentran sus conclusiones, ps si de hecho hablábamos de futbol, ¿no?
Este mundo ya no es aquel donde un Píque causaba ternura, pues ahora hay una horda que clama por la cabeza de un Piqué... pero esto no es nada más que los pasos a la fama de la Selección...natural.
Feliz inicio de semana, chaparritos...