Y cuando desperté del coma, recordé todo lo que no hube de escribir en ...mshmshmsh... no se cuántos días. Ya saben como son estas cosas cuando el el bulbo raquítico se encuentra en huelga. O mejor dicho, cuando quieres enfrentar las situaciones peliagudas dándoles la vuelta.
En estos días me encuentro dándome de topes porque estoy a dos días de llevarme al Matius de vacaciones a Cancún, en contra de los deseos de su padre, al que no le hace gracia haber pagado la colegiatura de septiembre para que su querube falte una semana. Y tal estira y afloja entre él y yo (yo con los boletos pagados y toda la cosa) ha derivado en una inevitable y estúpída infección en la garganta que me tiene en cama, maldiciéndo a mi mente por ser tan cruel conmigo, por ponerme siempre en estos bretes y provocándo que mi cuerpo sucumba al estrés mediante la enfermedad.
No se si a ustedes les pasa que cuando tienen un evento muy importante (llámese exámen profesional o visita conyugal al reclusorio) su cuerpo les juega una mala pasada mediante dolencias de último minuto, desde el clásico dolor de panza hasta el ataque de pánico con su consabido desmayo.
A mi me pasa desde la prehistoria de mi historia. Siempre, siempre que tengo algo muy importante que hacer, me enfermo.
Le caigo gorda a mi mamá, no puede evitar sentirse decepcionada de mi debilidad corporal y espiritual. No la culpo: imagínensela corriendo a URGENCIAS una noche antes de que su chaparrita se largara de campamento con los Scouts. Eran las cinco de la madrugada y Danita con torniquetes en la nariz, suero e inyecciones de penicilina para que reaccionara. Y a la mañana siguiente, apurándose a empacar el sleeping bag y la mochila -ya les platicaré de ese campamento- para que no sufriera otro trauma por no ir al mentado campamento.
Mi papá tiene otra teoría: dice que me pongo tan nerviosa por los acontecimientos desconocidos y estresantes que me bloqueo y mis defensas bajan. Pues es prácticamente lo mismo, ¿no? También argumenta que cada vez que me deprimo hasta el nivel del subsuelo me enfermo.
Pero ¿quién podría deprimirse ante un prometedor viaje a la playa? Supongo que son los nervios por hacer cosas en contra de la sensatez o por que no es lo mismo andar de arriba para abajo con el Matius en la ciudad a hacerlo en otro lugar que se encuentra a un día de mi casita.
O bueno, quizás no sea el nervio del viaje.
La verdad es que en estas últimas semanas me han pasado cosas bien gachas.
Me han intentado llevar al corralón dos veces. Una por circular en el carril de contraflujo y a lo cual yo argumenté que sólo iba siguiendo a la patrulla porque desconocía el rumbo y la otra por estacionarme en la rampa para personas minusválidas (o con capacidades diferentes, no vaya a ser que la CONAPRED me quiera multar) y eso no fue verdad. La dichosa rampa no tenía señal y estaba re fea, toda cucha y mal hechota.
Por ambos sucesos, me bajaron 350 pesos y sólo los pagué porque ya no llegaba por el Matius. En otras circunstancias, feliz de la vida pago mi multa.
Y bueno, como esas anécdotas tengo miles que han mermado mi ánimo ultimamente, pero como se trata de animarlos a que comiencen con enjundia su semana, obviaré y haré mutis, pa que no digan que los deprimo y luego me largo de vacaciones...
Como finalmente sucederá... je je.
En estos días me encuentro dándome de topes porque estoy a dos días de llevarme al Matius de vacaciones a Cancún, en contra de los deseos de su padre, al que no le hace gracia haber pagado la colegiatura de septiembre para que su querube falte una semana. Y tal estira y afloja entre él y yo (yo con los boletos pagados y toda la cosa) ha derivado en una inevitable y estúpída infección en la garganta que me tiene en cama, maldiciéndo a mi mente por ser tan cruel conmigo, por ponerme siempre en estos bretes y provocándo que mi cuerpo sucumba al estrés mediante la enfermedad.
No se si a ustedes les pasa que cuando tienen un evento muy importante (llámese exámen profesional o visita conyugal al reclusorio) su cuerpo les juega una mala pasada mediante dolencias de último minuto, desde el clásico dolor de panza hasta el ataque de pánico con su consabido desmayo.
A mi me pasa desde la prehistoria de mi historia. Siempre, siempre que tengo algo muy importante que hacer, me enfermo.
Le caigo gorda a mi mamá, no puede evitar sentirse decepcionada de mi debilidad corporal y espiritual. No la culpo: imagínensela corriendo a URGENCIAS una noche antes de que su chaparrita se largara de campamento con los Scouts. Eran las cinco de la madrugada y Danita con torniquetes en la nariz, suero e inyecciones de penicilina para que reaccionara. Y a la mañana siguiente, apurándose a empacar el sleeping bag y la mochila -ya les platicaré de ese campamento- para que no sufriera otro trauma por no ir al mentado campamento.
Mi papá tiene otra teoría: dice que me pongo tan nerviosa por los acontecimientos desconocidos y estresantes que me bloqueo y mis defensas bajan. Pues es prácticamente lo mismo, ¿no? También argumenta que cada vez que me deprimo hasta el nivel del subsuelo me enfermo.
Pero ¿quién podría deprimirse ante un prometedor viaje a la playa? Supongo que son los nervios por hacer cosas en contra de la sensatez o por que no es lo mismo andar de arriba para abajo con el Matius en la ciudad a hacerlo en otro lugar que se encuentra a un día de mi casita.
O bueno, quizás no sea el nervio del viaje.
La verdad es que en estas últimas semanas me han pasado cosas bien gachas.
Me han intentado llevar al corralón dos veces. Una por circular en el carril de contraflujo y a lo cual yo argumenté que sólo iba siguiendo a la patrulla porque desconocía el rumbo y la otra por estacionarme en la rampa para personas minusválidas (o con capacidades diferentes, no vaya a ser que la CONAPRED me quiera multar) y eso no fue verdad. La dichosa rampa no tenía señal y estaba re fea, toda cucha y mal hechota.
Por ambos sucesos, me bajaron 350 pesos y sólo los pagué porque ya no llegaba por el Matius. En otras circunstancias, feliz de la vida pago mi multa.
Y bueno, como esas anécdotas tengo miles que han mermado mi ánimo ultimamente, pero como se trata de animarlos a que comiencen con enjundia su semana, obviaré y haré mutis, pa que no digan que los deprimo y luego me largo de vacaciones...
Como finalmente sucederá... je je.
1 comentario:
JAJAJAJAJA AY COMADRITA A MI SIEMPRE ME HA PASADO IGUAL DESDE QUE TENGO USO DE RAZON ... CON DECIRTE QUE LA ÚLTIMA FUE ANTES DEL CUMPLE DEL MATIUS... TUVE UN IMPORTANTE RETRASO DE (YA TU SABES) QUE HASTA JURE QUE MATIUS II SE CONVERTIRIA EN "HERMANO MAYOR" PERO GRACIAS A DIOS, SOLO FUERON MIS NERVIOS, ESTRES Y PRESIONES LOS CAUSANTES!
POS IBNTENTA PASARTELA BIEN, ESTOY SEGURA QUE CON TAN GRATA COMPAÑIA ASI SERA! NO OLVIDEN PASAR A SALUDAR AL ISRA! JUM... LA NETA, LA NETA.... ME SIGUE DANDO ENVIDIA! BESOS DANNY FDEZ.
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