En pequeñacontroversia facebookera, Tonny Giralt (a quien de ahora en adelante tendré que pagar derechos reservados por usar su nombre) púsome a pensar en lo que las mujeres queremos en un hombre. Oh, no es que de repente Tou me pusiera un ultimatum o que me estuviera mostrando el catálogo masculino de Jean Paul Gautier, sino que hizo una observación respecto al cuerpo del hombre. Bastante acertada, bastante manchada o no lo se, quizá, pero lo que dijo fue algo así como “todas las mujeres quieren a un Levy” (en una obvia referencia –a mi parecer y muy a mi pesar porque juro que a mi ni me late- a William Levy)
Creo que no es tan drástico el hecho de que las chicas queramos a un cubano americano en traje de Adán, meneándonos nuestro cafecito matutino. Aunque por otro lado quien sabe, puesto que a veces los gustos femeninos son un misterio, ya que la sociedad ha marginado a la mujer en cuanto a su deleite pupilesco y considera que es ella y no otro ente quien debe determinar las reglas en cuanto a estética masculina. Al mismo tiempo que restringe las expresiones naturales de nosotras hacia el cuerpo de los machitos (¿cuando han visto que se le de tanta publicidad al departamento de carnisalchichonería masculina, como lo hacen con el de las mujercitas?) pondera, por otro lado las libres, sanas, normales y obligatorias expresiones de los caballeros hacia las frescas (para algunos) y apetitosas (para otros) carnes de mujeres como... bueno, ponga aquí el nombre de cualquier pseudo actricita de videos gruperos chafas, o a las gritoncitas nalgonas que anuncian mobiliario para moteles de paso (oooh, ¡qué caray!, ¡me han contado!)
Pues saben qué? Que conmigo se han equivocado.
La verdad a mi me gustan gorditos.
Ya está, ya lo dije y si quieres terapearme Robin Norwood (autora de “Mujeres que aman demasiado”) hazlo, porque para mi ello no significa que amo a los gordis por no amarme a mi.
He tenido papazotes y papacitos a mi alrededor (no es por presumir, ejem, ejem) y estadisticamente con quien mejor me he llevado es con los chubs.
¿Por qué? ¡Sepa la bola! Pero he comprobado que son tiernos y conocen muy buenos lugares para degustar las mejores manitas de cuchi al vinagre, amén de que mandé al diablo la dieta, triglicéridos, cudricéridos y demás edulcorantes (y colorantes) y los altos índices de obsesidad que existen por mantener un cuerpo san... ok, no. Me estoy conviertiendo en una terrorista de la salud pública.
Es mas, (lo siento Marmota por balconearte pero es mi blog y tengo que decir la neta. Sí, sí, sí, al rato nos las arreglamos tú y yo. ¿Qué? ¿Que quieres el divorcio? ...C’mon!) la Marmota es una marmota gordita. ¡Y miren!, Nos llevaremos de la rechingada algunas veces, pero con él me siento más cómoda que con el super escultor físico que mmmm...mmmm...ñam, ñam.... esteeeem, ¿qué les estaba diciendo?
En definitiva, en gustos se rompen madres y géneros, cada quien escoge lo que lleva a su colchón éste o cualquier fin de semana, ¿verdad? No por nada, diosito nos hizo a su imagen y semejanza. (Frase que me consuela cada vez que me veo al espejo y no alcanzo a mirarme los pies)
Sólo una cosita: Chubby me gustas más.
(“Hola, soy el volumen de tu corazón”...)
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