Llevo dos semanas donde:
- · He dormido más de 12 horas seguidas.
- · He estado en pijama durante 7 días...seguidos.
- · He abrazado y besado a mis hijos en horas impensables y he vuelto a reconectar con todos y cada uno de sus hobbies y manías.
- · He vuelto a ver mis películas navideñas y también he descubierto que a “Nothing Hill” ya la consideran un “clásico de oro”.
- · He comido como un cerdito premiado.
- · No he revisado formalmente mi correo.
- · He peleado y reconciliado con mamá y papá millones de veces.
- · He disfrutado la vida como hacía mucho que no lo hacía…
El año antepasado, justo cuando finalizaba
2017 y comenzaba 2018 sufrí un ataque
muy personal, muy íntimo, muy desesperante y desgarrador. Todo lo que me
importaba en ese momento se vió seriamente amenazado y recuperarme de ese golpe
no fue nada fácil.
Fue remar contra corriente, poner
a prueba mi valor y fortaleza, pero sobre todo, fue lidiar con la desilusión y
el conocimiento de que verdaderamente existe la maldad en el mundo, que hay
gente mala que no soporta la felicidad o simplemente la existencia de otro ser
humano y se empeña en aplastar si razón.
Pero también reconocí que existen
los amigos verdaderos que sin importar lo bajo que una ha caído, su mano
siempre estuvo (espero que lo esté siempre) para sacarme del bache, animarme y
plantarme frente al espejo para mostrarme la persona que verdaderamente soy, la
que ellos ven y quieren. A todos ustedes ¡GRACIAS! por haberme cobijado y darme
el valor para amarme de nuevo.
Y bueno, la cosa fue mejorando, fue mejorando…
Sip…
¡Definitivamente terminé mi año personal mejor de lo
esperado!
Ahora, a tres días de que terminen mis deliciosas vacaciones
puedo decir que estoy emocionada por estrenar mi agenda con nuevos proyectos,
estoy nerviosa y preocupada por los que se quedaron en holding debido a mi
break navideño, estoy agradecida por la oportunidad de haber podido tomar un
descanso, respirar nuevamente, poner en perspectiva mi vida y darme cuenta de
las cosas a las que definitivamente daré prioridad este año.
He decidido viajar ligero, no comprometerme con lo que no
creo, no esperar a quien no espera, no complacer si ello me causa estrés, no
presionar, no pelear, amar intensamente…
Verdaderamente estar presente en todos los minutos del día y
volver a confiar en mis alas.
Gracias a todos los que hacen posible mi camino diario,
gracias por esos mensajes, llamadas, fotos, momentos vividos y promesas de lo
que está por venir.
De corazón deseo que todos nosotros logremos o felicidad, o aprendizaje
con cada lección que tomemos.
Y basta de retos estúpidos y de reeducar a la gente en las
redes sociales.
El éxito se impulsa desde nuestro interior; el valor como
persona nos lo damos con el oro de nuestro corazón.
Si no, ¿¡qué esperan para ir a terapia!?
Feliz año, queridos menos cinco lectores de siempre.
Amen.
Con todo su corazón.