¡Todo cruje, todo rechina, todo protesta en esta casa, caray!
Cuando se trata de guardar silencio, parece que nadie es capaz de cooperar... ni cuando se trata de no tirar moronas de fudge en el piso para evitar que sean pisadas y dejen una horrible imagen de...ewww; tampoco andan muy cooperadores en cuanto a la conservación de la limpieza en general, ni en el orden, ni en procurar que mamá no se altere cada vez que un cojín está fuera de su lugar estratégicamente escogido. En fin, estoy frustradeeeeseeema. Tenía un viaje en puerta, preparado, planeado, presupuestado...y nada, no pasó; se quedó en el limbo, al lado de mi tercer proyecto de tesis (¡ese sí era el bueno!) y de mis intenciones de hacerme "rayitos" en cuanto tuviera a Papita fuera de mi ser.
Cuando una vive de mini proyectos al día para no desmoronarse (p.ej. "sólo son otros quince minutos de esta bubi, en cuanto termine me iré a asaltar la canasta del pan dulce") un viaje suele ser una puerta hacia lo maravilloso, ¡qué importa que solo sea al súper o a la Alameda, se trata de movimiento! Pero parece que Marmota Enterprise no piensa lo mismo. Es eso o no recibió el memo de que su Executive Manager se encuentra en pleno puerperio y está volviéndose ligeramente más histérica de lo usual, lo cual se traduce en carita triste y un humorrrrrrr... pero bueno, parece que aquí les gusta vivir al filo del peligro.
Si, caray, que me cancelan mi viaje...¡bu!
En cuanto supe que aquello no iba a poder ser me transporté mentalmente a la secun, en el preciso momento en el que Cheto del M-6 (el cuatito que me traía de un ala y que casi me cuesta la amistad de mi amiga Danny) se le declaró a Aymet (la musa adolescente de toda una generación) y aquella le dijo "I do" sin pensar, sin querer... La misma frustración de no obtener lo que quieres y saber que no hay la mínima posibilidad de alcanzarlo, a pesar de pasar tardes completas escribiendo en tus cuadernos "Dana y Cheto" o, más recientemente, de checar vuelos y hoteles...(de hecho esto último es pura ficción, sólo íbamos a pasar un finde en Querétaro).
Como sea, ya dije: es muy autocomplaciente de mi parte el tirarme al drama como niño chiquito que no tiene el juguete que le prometieron y por ello avienta los demás. ¿Será normal en mi condición o simplemente es mi neura de siempre con un diferente sombrero? ¿Hasta dónde me llevará el berrinche crónico? ¿Qué le estoy enseñando a mis hijos?
Todas estas preguntas me hice y no pude hallar respuesta satisfactoria alguna, pero por una retorcida razón no me interesa mucho encontrarle respuesta de momento. Paladear el dolor es a veces la manera en que las personas como yo (que sufren de un severo déficit de atención en cuanto a las ofensas) encuentran el camino para aprender a pedir lo que necesitan. Yo necesito salir y ver cosas más allá de mi departamentito, de la cuna de Papita, de mi cocinita donde preparo la dieta cero carb de Marmota, del escritorio del Matius donde día tras día peleamos por sus constantes olvidos de libros, de mi almohada lacto costrosa y de mi misma también.
No me causa culpa el demandar un time out para poder respirar en cuatro tiempos sin la angustia del chillido sorpresa, olvidarme de las ridículas calorías y de los mismos sabores de siempre o simplemente caminar por un sendero diferente que distraerá mis funestos pensamientos, pero el problema es encontrar la combinación de tiempos para -ejem- tener tiempo para hacerlo.
Ya se, es cuestión de tiempo, no hay falla.
Mientras tanto, me recuperaré de mi desengaño escribiendo estas líneas por encima de las palabras de Marmota que insiste en platicarme su rutina en el gym... Lo siento, no puedo concentrarme más.
Dejo "la pluma" y dejo de quejarme.
Es la hora de la segunda toma de la noche y yo estoy exhausta, aunque...
¡Cielos, cómo me reconforta ese aroma a lechita y algodón del cuello de Papita!
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¡Cielos, cómo me reconforta ese aroma a lechita y algodón del cuello de Papita!
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Nite nite, my sweetie pies...