Así se escucha un reloj muy mío, muy personal que me ha ido dictando varios tiempos a lo largo de mi vida.
Me ha dicho cuándo ha sido buena época para sembrar patatas y cuando es tiempo de deshierbar amistades no gratas.
También ha influido a la hora de tener un hijo o una mascota; cuál es el mejor momento para plantar un narciso y cuándo darle un poco de aire a ciertas personas.
En estos momentos el "tic tac" empieza a sonar en la "Hora de que a Matius le gusten las niñas" y por muchos libros y manuales sobre maternidad, creo que nada te prepara para el momento en el que una inocente doblada de ropa se convierte en un tintineante interrogatorio sobre el noviazgo. ¡La Pucha!
Bueno, ¿qué esperaba yo de un hijo mío? ¿Que fuera un dulce gatito toda su vida? Si a alguien aplican los dichos comparativos es a Matius y para que nadie tenga el placer de restregármelos en mi cara, puedo enunciarlos perfectamente y sin tapujos: "La cabra tira al monte", "De tal palo, tal astilla", "Hijo de tigre: pintito (aunque todos sabemos que los tigres no son "pintos" sino "rayados"). En fin...
Creo que ya me llegó el momento de conocer aquella sensación incómoda que mis sancrosantos padres han experimentado desde el día que inicié las clases en el Preescolar e Israelito era mi crush, hasta el día en que les dije "mamá, papá: su próximo yerno es una Marmota". ¡O sea!
Estabamos tranquilamente el Matius y yo doblando ropa, platicando sobre la pasada "Noche de esctrellas", cuando a mi se me ocurre decirle que al próximo baile le pida a su Miss que lo ponga de pareja con Chana, Juana o Mengana; en eso Matius muy naturalmente me dijo "Ay no, mamá. Con Mengana no porque a mi me gusta Chana y Juana" ... ¡CHAAAAAN CHAAAAAÁN!
Como consecuencia, tragué saliva y livianamente le pregunté lo que le gustaba de aquellas dos pibetas.
De Chana le gustan sus cachetes y de Juana sus dientes.
Conclusión: que tal vez lo que le gusta al Matius es que las dos chicas se ríen muy bonito, tanto que una enseña sus dientes y a la otra se le marcan "las manzanas".
Como sea, es... una sensación rara y se que a partir de este momento, veré a mi hijito como un humano que aprecia la belleza en otro humano y lo exterioriza, lo cual me lleva de nuevo a reconsiderar a mis padres y lo que ellos tuvieron que pasar con mis aventuras románticas.
Ahora entiendo lo que debieron sentir cuando les llegaba con la noticia de un novio nuevo, lo que debió ser el ir conociendo poco a poco al rufián que robaba besos a su hijita en las escaleras del condominio, lo doloroso de ver partir a algunos (ya que les habían tomado por lo menos confianza) o el suspiro de alivio que lanzaban al ver partir a otros...
Por lo pronto y desde el momento en que conocí de los gustos de mi hijo, lancé la advertencia que toda madre abnegada lanza a sus vástagos: "¡Nada más la embarazas y vas a ver!" ... Ja!, claro que no, eso no.
Le dije que eso de los novios y las novias, a su edad, era algo aburrido pues si tenía una novia, tendría que trabajar para invitarle sus chicles en la coope y hacerle sus tareas.
Matius, codo y sin mucho ánimo de trabajar el doble, se lo está pensando un poco más.
Por lo pronto, el tic tac se escucha cada vez más cerca...
Me ha dicho cuándo ha sido buena época para sembrar patatas y cuando es tiempo de deshierbar amistades no gratas.
También ha influido a la hora de tener un hijo o una mascota; cuál es el mejor momento para plantar un narciso y cuándo darle un poco de aire a ciertas personas.
En estos momentos el "tic tac" empieza a sonar en la "Hora de que a Matius le gusten las niñas" y por muchos libros y manuales sobre maternidad, creo que nada te prepara para el momento en el que una inocente doblada de ropa se convierte en un tintineante interrogatorio sobre el noviazgo. ¡La Pucha!
Bueno, ¿qué esperaba yo de un hijo mío? ¿Que fuera un dulce gatito toda su vida? Si a alguien aplican los dichos comparativos es a Matius y para que nadie tenga el placer de restregármelos en mi cara, puedo enunciarlos perfectamente y sin tapujos: "La cabra tira al monte", "De tal palo, tal astilla", "Hijo de tigre: pintito (aunque todos sabemos que los tigres no son "pintos" sino "rayados"). En fin...
Creo que ya me llegó el momento de conocer aquella sensación incómoda que mis sancrosantos padres han experimentado desde el día que inicié las clases en el Preescolar e Israelito era mi crush, hasta el día en que les dije "mamá, papá: su próximo yerno es una Marmota". ¡O sea!
Estabamos tranquilamente el Matius y yo doblando ropa, platicando sobre la pasada "Noche de esctrellas", cuando a mi se me ocurre decirle que al próximo baile le pida a su Miss que lo ponga de pareja con Chana, Juana o Mengana; en eso Matius muy naturalmente me dijo "Ay no, mamá. Con Mengana no porque a mi me gusta Chana y Juana" ... ¡CHAAAAAN CHAAAAAÁN!
Como consecuencia, tragué saliva y livianamente le pregunté lo que le gustaba de aquellas dos pibetas.
De Chana le gustan sus cachetes y de Juana sus dientes.
Conclusión: que tal vez lo que le gusta al Matius es que las dos chicas se ríen muy bonito, tanto que una enseña sus dientes y a la otra se le marcan "las manzanas".
Como sea, es... una sensación rara y se que a partir de este momento, veré a mi hijito como un humano que aprecia la belleza en otro humano y lo exterioriza, lo cual me lleva de nuevo a reconsiderar a mis padres y lo que ellos tuvieron que pasar con mis aventuras románticas.
Ahora entiendo lo que debieron sentir cuando les llegaba con la noticia de un novio nuevo, lo que debió ser el ir conociendo poco a poco al rufián que robaba besos a su hijita en las escaleras del condominio, lo doloroso de ver partir a algunos (ya que les habían tomado por lo menos confianza) o el suspiro de alivio que lanzaban al ver partir a otros...
Por lo pronto y desde el momento en que conocí de los gustos de mi hijo, lancé la advertencia que toda madre abnegada lanza a sus vástagos: "¡Nada más la embarazas y vas a ver!" ... Ja!, claro que no, eso no.
Le dije que eso de los novios y las novias, a su edad, era algo aburrido pues si tenía una novia, tendría que trabajar para invitarle sus chicles en la coope y hacerle sus tareas.
Matius, codo y sin mucho ánimo de trabajar el doble, se lo está pensando un poco más.
Por lo pronto, el tic tac se escucha cada vez más cerca...