El paso por diversos ámbitos educativos es imperativo a cierta edad.
Así, el ser humano, durante su camino hacia el saber va recolectando, almacenando y en la mayoría de los casos, suprimiendo información total y absolutamente innecesaria.
El proceso cognocitivo de mi cerebro es tema que los científicos holandeses aún discuten y en veces dan muy distintos veredictos.
No obstante, convergen todos ellos en un punto en común: No se explican cómo he llegado a la vida adulta con semejante información almacenada.
El ejemplo del hámster en su ruedita puede darles una idea de lo que archivo en mi cabecita loca. Pero no es suficiente y como éste es MI blog, escribiré un poco a proposito del tema, para solaz mío y supina indiferencia para el resto de la humanidad (Incluyendo a mis amados menos cinco lectores usuales)
Es muy común que yo, conversando con amig@s, de repente tenga chispazos de lucidez en los que hablo de cosas que ya nadie recuerda. Así, datos tan perfectamente inútiles como el contenido de mi sándwich algún día de noviembre de 1995, hace intercambiar miradas de significativa preocupación entre los mismos.
O como cuando recuerdo con pelos y señales alguna conversación intracendente y resulta que ya nadie recuerda dicho tema. Entonces empiezo a necear y a agitar fechas ante sus espantados ojos y claro, optan por darme vuelta con el asunto.
Quisiera ser como Sherlock Holmes, que pudo pasar su vida ignorando completamente el hecho de que la Tierra gira alrededor del sol, disculpando el hecho de ser su mente un ático en donde guardara información estrictamente necesaria, a lo cual, girara la Tierra alrededor del sol o de la luna, su vida no sufriría ni un ápice de diferencia.
No es que quiérame comparar con Holmes (acabaría molida a punta de cebollazos antes siquiera de esbozar semejante afirmación) Es, digamos, una ligera esperanza de evitar el ridículo por almacenar cosas como los himnos de mi primaria y secundaria, respectivamente.
Anteriormente hube de opinar acerca del himno nacional, pero omití contar acerca de la persistencia de los maestros de música de las escuelas oficiales por aprender versos "heróicos" cual si fueran estrofas de la Iliada, dedicadas a los Prometeos, Zeús y Casiopeos post modernos.
Ejemplo vil, el himno de la escuela "Florencio M. del Castillo" cuya lírica hace llorar al mismísimo niño Dios y a mi amiga Laura: "Florencio M. del Castillo, escritor y gran patriota, hizo honor a nuestra patria y gloria a nuestra nación..."
WHO??????
Pero el que no tiene madre es el de la secundaria, que reza más o menos así: "Secundaria que llevas el nombre, de la escuela normal superior, en tus surcos germinan los hombres, de una patria más fuerte y mejor. Eres tú, Secundaria anhelante, de mi México amado un lucero; un lucero de urdimbre (aquí gracias a un brainwash olvidé el verso) donde amar y construir es primero..."
No, no, no, esto sí es poesía y no lágrimas plañideras de Amado Nervo.
Y todo esto sigo cargando en mi cabecita.
O sea, se me ha olvidado derivar e integrar; fácilmente he podido prescindir de las fórmulas algebráicas del Anillo de Moebius; ya me valen los Sermones de Fordyce y por supuesto, los 135 artículos de la Constitución Política, amén de La Ley de Amparo.
Pero lo que JAMÄS podre deshechar de mi cerebro son éstas dos pifias de la poesía chabacana escolar.
¿Quien dice que los métodos lavativos de Elba Esther no surten efecto?
..."vengo a ti, Secundaria..."
Así, el ser humano, durante su camino hacia el saber va recolectando, almacenando y en la mayoría de los casos, suprimiendo información total y absolutamente innecesaria.
El proceso cognocitivo de mi cerebro es tema que los científicos holandeses aún discuten y en veces dan muy distintos veredictos.
No obstante, convergen todos ellos en un punto en común: No se explican cómo he llegado a la vida adulta con semejante información almacenada.
El ejemplo del hámster en su ruedita puede darles una idea de lo que archivo en mi cabecita loca. Pero no es suficiente y como éste es MI blog, escribiré un poco a proposito del tema, para solaz mío y supina indiferencia para el resto de la humanidad (Incluyendo a mis amados menos cinco lectores usuales)
Es muy común que yo, conversando con amig@s, de repente tenga chispazos de lucidez en los que hablo de cosas que ya nadie recuerda. Así, datos tan perfectamente inútiles como el contenido de mi sándwich algún día de noviembre de 1995, hace intercambiar miradas de significativa preocupación entre los mismos.
O como cuando recuerdo con pelos y señales alguna conversación intracendente y resulta que ya nadie recuerda dicho tema. Entonces empiezo a necear y a agitar fechas ante sus espantados ojos y claro, optan por darme vuelta con el asunto.
Quisiera ser como Sherlock Holmes, que pudo pasar su vida ignorando completamente el hecho de que la Tierra gira alrededor del sol, disculpando el hecho de ser su mente un ático en donde guardara información estrictamente necesaria, a lo cual, girara la Tierra alrededor del sol o de la luna, su vida no sufriría ni un ápice de diferencia.
No es que quiérame comparar con Holmes (acabaría molida a punta de cebollazos antes siquiera de esbozar semejante afirmación) Es, digamos, una ligera esperanza de evitar el ridículo por almacenar cosas como los himnos de mi primaria y secundaria, respectivamente.
Anteriormente hube de opinar acerca del himno nacional, pero omití contar acerca de la persistencia de los maestros de música de las escuelas oficiales por aprender versos "heróicos" cual si fueran estrofas de la Iliada, dedicadas a los Prometeos, Zeús y Casiopeos post modernos.
Ejemplo vil, el himno de la escuela "Florencio M. del Castillo" cuya lírica hace llorar al mismísimo niño Dios y a mi amiga Laura: "Florencio M. del Castillo, escritor y gran patriota, hizo honor a nuestra patria y gloria a nuestra nación..."
WHO??????
Pero el que no tiene madre es el de la secundaria, que reza más o menos así: "Secundaria que llevas el nombre, de la escuela normal superior, en tus surcos germinan los hombres, de una patria más fuerte y mejor. Eres tú, Secundaria anhelante, de mi México amado un lucero; un lucero de urdimbre (aquí gracias a un brainwash olvidé el verso) donde amar y construir es primero..."
No, no, no, esto sí es poesía y no lágrimas plañideras de Amado Nervo.
Y todo esto sigo cargando en mi cabecita.
O sea, se me ha olvidado derivar e integrar; fácilmente he podido prescindir de las fórmulas algebráicas del Anillo de Moebius; ya me valen los Sermones de Fordyce y por supuesto, los 135 artículos de la Constitución Política, amén de La Ley de Amparo.
Pero lo que JAMÄS podre deshechar de mi cerebro son éstas dos pifias de la poesía chabacana escolar.
¿Quien dice que los métodos lavativos de Elba Esther no surten efecto?
..."vengo a ti, Secundaria..."