miércoles, 14 de mayo de 2025

10 DE MAYO -AGAIN AND AGAIN-.

 Y aquí estamos una vez más…

Mis fieles menos cinco lectores de siempre saben que, durante 18 años que lleva éste blog, el 10 de mayo es una fecha a eludir. Y mis hijos igual lo saben, no es novedad. Ha habido años en que simplemente me caen a besos y abrazos y NADIE sale de casa, todos en pijama, sin festivales, sin marco de sopa, sin el “a ti, mi fiel querubín.”

Y es lo máximo, no solo porque no gastamos a lo pendejo en trajes y parafernalia que solo harán más abultado el saco de tela donde viven los cuernitos de diablito, la falda de rockanrol, el disfraz de abejita del Matius, sino porque para mí eso es felicidad, el tener a los niños que viven en mi casa justo así: viviendo en mi casa y a mi lado.

BUT… este mundo no se hizo para personas como nosotros y nos exige sacrificios, cual dios azteca ávido de demostraciones de fe (y temor) y qué mejor sacrificio que el pinche festival del 10 de mayo. Puaj.

De antemano, se agradece que haya sido por la mañana apenas dejando a los niños. Ello no eximió a algunas mamitas a llegar aventando el carro a los pataratos padres que nos encontrábamos formados sobre la banqueta (¡cómo se nos ocurre semejante idiotez!) y mentando madres por el tráfico o ponerse sus mejores garras para tan magno evento donde solo hubo 20 minutos de mariachis, no se nos fuera a acalambrar el gordito del violonchelo con tanto tan tarán…tan tán.

Platicaba con Don O de que los arriba mencionados niños que viven en mi casa hubieron a bien no regalarme ni madres, cero, kaput kapitis, ¡ni el baile del ratón vaquero, vaya! y que ello me tenía medio sentidilla (sinceramente MUY, pero me hice la macha con Don O), sin embargo, reconocía que a la vez ello me hablaba de que tienen un concepto muy sano del 10 de mayo.

Ni licuadoras ni sartenes: indicaba que ellos no me ven como su elfa doméstica.

No peluches o chocolates: no les llegó el piquete del consumismo propio de ese día.

Cartas: para todo lo que me quieran decir, tiene la puerta abierta y somos muy verbales todo el tiempo.

Así que, en realidad, mis regalos del 10 de mayo son exactamente la razón por la cual formo parte del gremio celebrante del Día de la madre. ¡Y es real! La relación que tengo con mis hijos es maravillosa, lo cual no está exenta de querernos agarrar a mordidas cada vez que nos hacemos enfadar (lo cual ocurre todo el tiempo, pos´hombre, dejarían de tener mis genes).

Y bueno, después de esta terapeada, dejaré por la paz la idea de los regalos y abrazaré mi realidad: los regalos los dan aquellos que tuvieron el tino de fecundar al óvulo más fértil.

Solo por eso, ex esposo, te daré las gracias una vez más. Y no te preocupes, yo soy de otra pasta (no seríamos ex esposos si no fuera así), por lo que a ti sí te llegarán tus regalos cuando sea tu día…

*Prepara maletas.

martes, 6 de mayo de 2025

EN LAS PROFUNDIDADES...

 Buenas tardes, mi nombre es Dana y del 21 de marzo al día de hoy 06 de mayo he vivido en piloto automático. He estado en shock y no me había dado cuenta. Y si no me pongo a curiosear en los cargos automáticos en mis tarjetas, seguramente me hubiera seguido de filo sin ninguna idea de lo que me pasa.

De repente vi un cargo en dólares y con un dominio raro (yourselffirst) y no supe de qué era. Estaba por solicitar una aclaración cuando el bot de mi banco me dijo que, si procedía el reclamo, orales, se rifaban; pero que, si por andar de amnésica chistosita nomás comprobaban que en efecto, había sido cine y me lo había gastado en gomitas y strippers, me iban a cobrar doscientoscincuentavaros nomás por haberlos hecho trabajar a lo pendejo. Y pos reculé. O sea, había un cargo en abril y otro el día de hoy, por lo que el asunto tenía que ser la suscripción a una app y si era en dólares, seguro lo hice en estado de emoción violenta ya que yo seguía sin tener registro de haber comprado algo que me pusiera en el radar del Big Cheeto. Así que me dispuse a recabar la información en mi CPU y nada, nomás no podía recordar qué había solicitado. Eso ya me había comenzado a preocupar. Más allá de que me estuvieran bajando la lana con alguna estafa, me preocupé que en algún momento de debilidad yo hubiera caído en el cuento de que Brad Pitt me pedía matrimonio y que para pagar el pasaje con el que vendría a hablar con mi papá, tenía que depositarle algunos dolaritos. Chale.

Total, que me puse a guglear las palabras “yourselfi, yourselfirst, pagos a yourselffirst” (ahí me salió algo bien absurdo: consejos para pagarte primero a ti mismo, doble chale) y nada, no salía nada. Me fui al cel, ahí busqué en cada apestosa app y solo me daba el rankin de las más usadas (obvio, La Biblia, ¿cuál más?). Ya en un momento de misericordia mostrada por la IA, me dio el domain de una página que se llama “Yourself1” y que en efecto, al momento de canalizarme al log in, mi correo ¡y hasta la contraseña! aparecieron en automático.

Vírgen de la Macarena, ¿qué bebí/me metí/me pasó/ para que yo, conscientemente, me haya suscrito a una página de wellness, de evaluaciones psicométricas, de planes y estrategias para ser más accountable, más pro, más superwoman de lo que supuestamente no soy? Y peor, que me inscribiera y se me olvidara que me había inscrito y archivar dicha info en lo más profundo de mi subconsciente, donde no solo estaba perdiendo dinero, sino el beneficio que supuestamente iba a obtener por aplicar los conocimientos adquiridos a través de dicha app.

En pocas palabras, creí haber caído en lo que juré nunca caer: coaching, salidas fáciles y planas, mucho “empower”, bla bla bla… a cambio de mi alma. Pero lo peor es que ni siquiera caí pues se me olvidó por completo que había hecho esa compra y por ende, todos los artículos no fueron aprovechados. Doble lúser!

Y claro, luego vino la reflexión…

El día que contraté dicha app, me sentía muy triste (pa vareeeaaaaar). Los elementos en mi no tan balanceada vida se encontraban más desbalanceados de lo normal y yo genuinamente estaba convencida de que necesitaba un cambio, una sacudida, un mentoring… Me pasó que busqué la caricia (al alma) fácil y luego perdí dinero (y la memoria, por lo que veo) resultando un detrimento en mi economía (lo equivalente al súper de una semana, básicamente).

Para empezar, viví cosas fuertes en el trabajo: problemas con la ley (de establecimientos mercantiles, cof, cof), falta de concentración, falta de tiempo para hacer mis tareas; falta de reconocimiento y valoración en varias áreas de mi vida y ¿por qué no?, un tiempo en Siberia a causa de mi temperamento volátil. Lo irónico es que nunca hice mella en la solución que yo misma me ofrecí, lo cuál dice mucho de la abstracción y automatización en la que me veo envuelta durante periodos largos en mi vida.

Soy consciente que hasta ahí llega la parte chistosa del asunto.

Estoy asustada de que mi mente se clava en cosas que no me gustan tanto, en los deseos y necesidades de los demás y del mundo en general y que yo me voy diluyendo sin poderlo evitar, sin poder meter las manos. A los 30 tal vez no importaba tanto, pero ya casi son 45 de estar rockeando en éste plano existencial y no hay más. No habrá más tiempo, ni vida, ni espacio para disfrutar de mí. Por experiencia sé que la cura está en mí. En abrazar lo que me da placer, lo que me hace sentir vital, traslúcida, vibrante. No es magia, baby. Eres tú.

Por lo pronto sentí la necesidad de contarlo porque de esta manera se vuelve más real; se siente verdaderamente incómodo perder dinero de una maner tan absurda y que no haya nadie responsable excepto yo misma. Así es esto: no hay manera de que mi ser sea accesible al resto de las personas. No hay mapa, el terreno es agreste y por más que promueva el turismo, mi ser es un territorio poco transitable, complejo y de difícil comprensión.

¿Llorar? Sólo por el dinero perdido, baby. 

 

viernes, 11 de abril de 2025

El fuego y la furia.

Tengo tres meses sin venir a escribir y cada día de ese tiempo sentí la necesidad imperiosa de hacerlo.

Así que diario prendía mi lap y abría ésta página para poder expulsar lo mal que me sentía, lo perdida, asustada, enojada que estaba. Tal vez buscando consuelo, tal vez buscando comprensión o amor o una mano que me dejara saber que no estaba transitando sola por ese paraje agreste en el que se estaba convirtiendo mi vida.

Tuve mucha ira, mucha impotencia y me sentí tan herida en mi ser, tan castigada, tan apuñalada como una cierva vulnerada, como la mamá de Bambi en medio del bosque, sola y viendo en los ojos de mis crías el incendio que nos estaba acechando y que, si no me movía pronto (aún con las heridas), a los tres nos iba a devorar.

Y pausé todo lo que estaba sucediendo bonito en mi interior; frené a la impetuosa y apasionada mujer que soy y le di entrada a la sobriedad. Me fijé en el espejo y vi que no había espacio para vanidades, para devaneos ni excentricidades o como se le llame a la vida privada de las mamás, aquella donde una va a un bar a beber con desconocidos y mostrarles la lencería, donde se ríe a carcajadas y nos largamos al primer desazón, completamente curadas y sin culpa. En algún punto sentí que la máxima deidad existente castigaba mi soberbia, mi belleza, mi deseo y mi libertad echándome nuevamente las cadenas de una maternidad martirizante. Dios mío -pensaba- yo creía que estaba encauzando a mis hijos y que bien podía tener un año (wow, qué ingenua) tranquila. El maternar a diario, sin parar, sin quejarse, siendo en verdad una super mamá lo vi como el medio para poder quitar el foco un momento y dedicar esas horas a mí, a estudiar el diplomado con el que avanzaría en mi carrera, con el que podría ganar más estatus, poder de decisión, dinero y satisfacción personal. Pero no contaba con que nada de eso sería posible porque... bueno, es algo complicado escribirlo. 

La pequeña ratita no había dado muestras de tener ningún issue con la vida. Estaba genuinamente contenida, mimada, cuidada y sobrematernada, lo mismo que el adolescente. Sin embargo, en algún momento tuvo una combinación fatal de estímulos y dentro de su psique se desató una tormenta de la que todos hemos salido empapados y yo me he tenido que hacer cargo de contener y calmar.

Una noche -la noche en la que comenzaría mi primera clase- sintió que no podía respirar, que estaba al borde de la muerte y que necesitaba con urgencia que la llevara al hospital. 

Me enojé hasta lo indecible por el tino con el que se le presentó la primera crisis de ansiedad. Tenía tantas ganas de empezar algo para mí después de tanto tiempo, que no podía creer lo que estaba sucediendo. Sí pensé que bromeaba, sí pensé que exageraba, que era egoísta, ruin y malvada por aferrarse a la teta de su mamá y no dejarla realizarse. Desconecté mi cámara y mandé el mensaje de que me tenía que ausentar... chingao, de por sí no me gusta la materia laboral y cuando al fin decidí hacer algo al respecto, el llamado de la naturaleza me puso en camino de Urgencias... otra vez.

No les voy a hacer el cuento largo: han sido tres meses de diario y a cada momento contenerle sus brotes de miedo y angustia. Sus miedos son a morir ahogada, dormida, de cáncer o por disparo de arma de fuego y que su mamá muera y la deje sola y ella tenga que morir para poder acompañarla en la otra vida. Me parte el corazón solo de escribirlo, a veces no veo lo fuerte que son estos pensamientos porque es uno tras otro, tras otro, tras otro. Es pedirle que respire, que pare, que llore, que me abrace y que tenga confianza en las circunstancias de su cuidado. 

Cuando llegamos a esos momentos, todo lo que se construyó durante el día, los juegos, mimos, dibujos se diluyen y se van por la coladera. No queda nada a lo que aferrarse, salvo el tacto de un animalito de peluche, el maullido lejano de su gata o el enfado mal disimulado de su mamá. Porque aquí no nos venimos a mentir, estoy agotadísima. Y no lo voy a negar: mi ánimo, mis planes a futuro o lo que sea que signifique el progreso, lo veo lejanísimo. No hay recurso que alcance, no hay tiempo de generar más recurso porque no puedo dejar a minor rat sola durante mucho tiempo o colapsa.

¿Qué sí hay? well... una mamá que tiene mucho enojo, dolor, a veces tiene sentimiento de soledad por vivir algo tan íntimo y que no quepa nadie más para asistir a la crisis. Hay una mamá cansada mentalmente, desilusionada de la vida, desencantada de lo que pudo ser y no fue, angustiada y permanentemente perpleja.

También está la mamá que de repente se le ocurren ideas buenísimas para sacar adelante a minor rat, como el inscribirla a los scouts, que goza viendola correr con su pelo suelto al aire, en su uniforme verde y azul y recordando cuando la ratita adolescente también asistía a los scouts.

Nadie dijo que vivir fuera fácil, consciente estoy que hay muchas familias con circunstancias super diversas y estresantes. No me siento especial, ni única ni detergente. 

Solo sé ser yo, la mujer que se quiebra ante el dolor de sus cervatillos heridos y asustados, ante el fuego que los amenaza y la que les busca refugio seguro para que puedan seguir creciendo en salud física y emocional. 

A veces se siente como si no hubiera nada más. 






miércoles, 15 de enero de 2025

IBUPROFENO DE 800

 Está por suceder otra vez, está por llegar el fin de semana donde debo pagar mi karma por haber echado pata en semana santa de hace 18 y 11 años, respectivamente. El  momento donde llora mi cartera y pide que le cuenten las 10 con la velocidad de los que salen corriendo del metro Chabacano, a punto de perder el bono de puntualidad anual. Y bueno, el previously no es nada pacífico ni tierno. Ahí he conocido la desconocida que se pegan mis dos bodoques al momento de la repartición del presupuesto cumpleañeril (¡tú que te clavas!, ¡tú ni opines!, ¡yo estoy chiquita!, ¡te vale madres!) y es bien bonito, es bien bien bonito saber que los frutos de tus entrañas no van a cambiar la fecha en la que nacieron ellos (y todas las flores) y yo debo apechugar. Solo una vez logramos convencer a Matius de que celebrara en octubre/preguntenme cuánto pago por su terapia... exacto.

Y bueeeeno... con un subidón parecido al del minuto 02:24 de "Disco 2000" de Pulp, me dispongo a platicarles que han pasado ya 15 días de enero y ya trae record ganador por cuanto a las sorpresas (nada gratas) del futuro que enfrentará la generación que creyó en el mensaje de "Tú puedes", en el echaleganismo, el valor de una carrera universitaria e inversión en cetes. La vida, como la habíamos conocido se extinguió y la promesa de una mejora se encuentra en el fondo del mar, junto con los restos del Titanic y del OceanGate. Sí, por eso es que nos decantamos por una existencia a base de videos de gatitos y una nostalgia infinita por nuestra infancia pre hipotecas, que nos quejamos de nuestros vástagos (costará 3 veces más manternerlos y procurarles una educación, ya ni siquiera un legado económicamente estable) y las ganas de pasiones humanas estarán a la orden del día, esas no cejan en abandonarnos.

Pero aunque sonemos peor que la trompeta del Mariachi mal pagado en la versión "Cake" de "I will survive", hay que seguir adelante y no dejar que nos lleve la tía de las muchachas. Al menos con algo debemos dar pelea, no sé..., emprender nuevas oportunidades de negocio, reducir el uso de recursos naturales y claramente, reducir la convivencia con cualquier ente del sexo opuesto pues, no está padre que por nuestra causa, el planeta y su gente bonita, sufra.

Así es, queridos menos cinco lectores de siempre, este será el año del marsupial, el año en el que menos saldré, menos haré olas en los supermercados y banquetas (es que, no mamn pinches cicilistas y scooterettos, ¿no pueden circular en el carril que les corresponde? Harta estoy de tirarlos con el pie y que se arme la bronca callejera), el año que me daré para encontrar mi misión en este apestoso planeta y dejaré de obligarlos a enamorarse de mí y corresponderme en mis pretensiones.

Don´t worry, no les intensearé, ni los buscaré, ni les daré lecciones de nada. No tendrán que sufrir de reclamos ni de hinchapelotosis. Ninguna mucama los hará volver a vivir el oso de que les pregunten "¿Y la muchacha, jóven?" y ustedes con su conquista nueva ahí, escuchando todo estoicamente (ps también ustedes, chingau, ¡cambien de hotel!). Les prometo mutis absoluto, les prometo ausencia física y mental.

Y con tan bellos propósitos, no habrá riesgo de que al final de año hayamos (del verbo "haigar") abonado una milla al infierno de nadie. Y así todo lo que les suceda, no vendrá acompañado de la frase "Todo por culpa de la p----a esa". Such is life in the Tropic, como dice mi adorado señor O.

Sean felices, mis niños, sean libres y sean ustedes; yo los libero de mis apegos, de mis reclamos, de mis expectativas. 

Tal como Sxip Shirey y Craig Harwood cantan: Expectations can fuck you up. Y ya estamos bastante fuckeados para seguir ehandole fruta a la piñata, jajaja.

Feliz 2025.